Los exámenes son uno de los elementos fundamentales de nuestro sistema educativo. Porque al realizar estos exámenes es un momento clave donde supuestamente los estudiantes muestran sus conocimientos y como ha evolucionado su aprendizaje durante todo el curso.
Esto va relacionado, por lo que puede llegar a provocar estrés en los alumnos, pero muchas veces depende del tipo de examen y de cada estudiante.
Un aspecto positivo de los exámenes es toda la información que podemos almacenar en nuestro cerebro para poder realizar el examen.
Porque, por una parte, los exámenes son un instrumento necesario, ya que de una manera más fácil y rápida los docentes pueden saber hasta qué punto llegan los conocimientos de los estudiantes.
En cambio, un aspecto negativo es que las calificaciones de los exámenes no son objetivas porque los alumnos llegan a un límite en el que solo estudian para pasar el examen y no llegan a comprender el temario, ya que se les olvida a las semanas. Y no por ese motivo una nota puede decidir lo inteligente que es un niño o no.
Por ello, existen nuevos métodos que pueden acompañar o sustituir a los exámenes como son la elaboración de un porfolio de un tema en específico, de la asignatura o de algunas actividades. Existen evaluaciones digitales como el Kahoot. La importancia de una rúbrica de evaluación con criterios o estándares de aprendizaje evaluables.
En conclusión, aprender haciendo y evaluar lo que se esta haciendo, son imprescindibles para poder superar el proceso de enseñanza y aprendizaje de los alumnos. Por esa razón los exámenes deberían ser un complemento de evaluación, sin dejar de lado su papel como un fin para orientar la enseñanza.
Lidia Parra Rodríguez, Segundo de Educación Primaria.
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