Si alguien confía en nosotros y considera que somos capaces de alcanzar determinados objetivos está contribuyendo a lo que conocemos como "creencias potenciadoras", es decir, creencias positivas acerca de nosotros mismos que nos permiten conseguir los logros que deseamos alcanzar y tienen la capacidad de aumentar nuestro rendimiento. Sin embargo, si una persona no es capaz de percibir las buenas habilidades en nosotros o simplemente nos muestra feedbacks negativos acerca de nuestras capacidades para alcanzar aquello que deseamos, hará que nuestra autoestima se desarrolle negativamente y alimentará en nosotros creencias con carácter limitante.
Este efecto se ha afianzado en las aulas, ya que se encuentra estrechamente relacionado con la educación, en referencia a la influencia que los profesores ejercen sobre los alumnos. Su rendimiento y su éxito en muchos casos se encuentra condicionado por las expectativas que cada profesor deposita en sus alumnos. Por este motivo, los profesionales deben ser especialmente conscientes de la influencia generada.
En conclusión, el Efecto Pigmalión puede generar cambios en la actitud de las personas para lograr y conseguir lo que tanto desean. Como docentes, es crucial ser generadores de creencias positivas hacia nuestros alumnos, al igual que es necesario tenerlas hacia nosotros mismos. Debemos ser conscientes del papel influyente que ostentamos sobre nuestros niños y sobre nuestra autoestima y esto nos permitirá no solo a los de nuestro alrededor conseguir aquello que desean, sino también a nosotros mismos.
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