jueves, 11 de mayo de 2023

Reflexión respecto a la paradoja de internet


Como el niño que juega al béisbol con un fusil como bate, o el sádico que utiliza el goteo constante de una habitación convirtiéndolo en una tortura china para cierto cráneo, el uso de internet tiene el sentido del que lo usa. Internet es una herramienta gigantesca de comunicación y alcance masivo, pero poco más (si es que fuera poco), y ni más ni menos herramienta que un martillo, que puede utilizarse para clavar clavos o hacer añicos el ventanal ajeno. Es por ello que entiendo esta especie de situación "paradójica" (aunque para mí no lo es tanto, más allá de esta infinidad de usos posibles de una herramienta tan potente):

Pasa un poco como con el mundo mismo, resulta abrumador a todo lo que se llega a renunciar por estarse vendiendo a la comodidad máxima como único criterio. Internet es mucho, muchísimo, pero actualmente la mayor parte del tráfico del mismo pasa por las conocidas redes sociales, espacios asentados en algoritmos especializados en personalizar un bombardeo de estímulos mediante un feedback que le devolvemos, ofreciéndonos un estado de comodidad exclusivo e individualizado (de aquí se entiende parte de aquel aislamiento). A cambio de satisfacción permanente, entregamos información personal con la que se comercializa, y que acaba volviendo en forma de más satisfacción que sonsaca más información... Confluyen aquí pues, para el cliente y producto al mismo tiempo, la soledad del endogámico y del yonki.

Desde luego, también existen espacios independientes o incluso usuarios soberanos dentro de estas mismas redes que consiguen utilizarlas en favor de su pequeña gran labor y de su puesta en comunidad. Y a pesar de no ser una gigante mayoría masificada (pues la sociedad funciona hoy como un mercado masivo, y todo lo que no se mueva en torno a esas reglas es excepción), nos demuestran que es posible, porque a fin de cuentas, el mundo no obliga a nadie a rendirse como vencedor absoluto a cualquier garantía de comodidad máxima, al igual que internet no vino a ese mundo para certificarlo. Estos simplemente están ahí, como un palo encima de la mesa, allá nosotros saber en qué lo convertimos. 

                                                                                                                      Mario Álvarez Torres.

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