martes, 5 de mayo de 2020

“La pandemia aumentará el valor del contacto físico, infravalorado entre los jóvenes debido a la tecnología”



Natalia Simón, decana del Colegio de Ciencias Políticas y Sociología de Castilla-La Mancha
El pasado miércoles me entrevistó Carmen Bachiller https://twitter.com/CBachiller  para eldiario.es/clm/. Como decana del Colegio Oficial de Ciencias Políticas y Sociología de Castilla-La Mancha   https://colpolsocclm.es/ es para mi un privilegio poder representar, en Castilla-La Mancha, a estas dos disciplinas que tienen mucho que aportar a la Sociedad, la Ciencia Política y la Sociología.


Algunas preguntas que me realizó Carmen son:

¿Esta crisis sanitaria puede derivar en nuevo modelo social? Algunos de sus colegas sociólogos hablan no tanto de cambio sino de “movimiento pendular”, es decir, habrá adaptación con algunos cambios a modo de resaca.
Debo confesar que personalmente tiendo a la negatividad y me cuesta creer que se produzca un cambio radical en la sociedad, y encima a mejor. Pero, profesionalmente, tiendo a la positividad y me agrada creer que sí se puede producir un cambio social. La cuestión es… ¿Queremos? La propia naturaleza nos está indicando las impresionantes consecuencias medioambientales que están sucediendo como consecuencia de la suma de los cambios de comportamiento de la sociedad en estos últimos meses. Se trata de sopesar qué perdemos y qué ganamos con ese cambio y no solo a nivel individual sino, también, colectivo.
Evidentemente, un nuevo modelo social, solo es posible sumando los cambios que se produzcan de forma individual. Si queremos cambiar, si tomamos esta situación como un pilotaje que nos permita ver cuánto podemos transformar nuestras vidas en una situación como esta y sabemos aprovecharlo, creo que sí se podría alumbrar un nuevo modelo social. Eso sí, hay que nutrirlo desde una perspectiva de la ternura, del amor y no del odio. Contagiarnos en la creencia de que podemos tener una sociedad mejor. Aprender de los errores y no ensalzar lo que algunos hacen mal, darlo la vuelta y potenciar lo que como ciudadanos, como personas hacemos bien. Potenciar, poner en valor el bien común.
Tampoco ayuda al cambio en positivo de la sociedad las informaciones y desinformaciones que se transmiten no sólo a través de los medios de comunicación sino por los propios dirigentes políticos, o los expertos en diversas disciplinas, incluso por los propios ciudadanos, que generan que aumente la incertidumbre y el miedo.
Se tarda más en desmentir un bulo que en ponerlo en marcha por lo que ahora más que nunca habría que cuidar el mensaje, la comunicación. Ahora más que nunca entender como decía el filósofo Wittgentein, que los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo.
Este aspecto es importante para evitar que determinadas actitudes racistas y xenófobas se acentúen a partir de ahora. Van a ser situaciones inevitables pero que se pueden abordar, empezando precisamente por el lenguaje y el modo de comunicarnos.

Se habla ya de la ‘Generación Pandemia’. ¿Qué efectos puede tener a medio y largo plazo en el funcionamiento de nuestra sociedad, teniendo en cuenta lo que viven ahora los niños y jóvenes con una cuarentena que está transmitiendo constantemente la necesidad de seguridad y de orden, de aislamiento social solo roto por la tecnología?
Uno de los aspectos que a mí me está llamando mucho la atención es el tema del teletrabajo. Hasta hace unos meses era impensable poder trabajar en casa, con flexibilidad incluso en el horario. Era como si el empresario perdiera por ello la autoridad, el control. Conseguir que se aprobaran medidas de conciliación familiar y laboral era impensable o muy difícil.  No digo que solo el teletrabajo permita la conciliación, pero sí ayuda, cambia las relaciones entre los miembros de la familia, los padres pueden pasar más tiempo con sus hijos, otro tipo de convivencia, de distribución de los tiempos, etc.
La otra cara es el teletrabajo en contextos monoparentales, monomarentales o en contextos familiares conflictivos, violentos, esta situación empeora lógicamente, y el teletrabajo se puede llegar a convertir en otra fuente de estrés.
En cuanto a los niños y adolescentes es evidente que, tomar un refresco, por ejemplo, antes de esta situación ya estaba sustituido en muchas ocasiones por una llamada (bien por el ritmo de vida que llevamos bien por comodidad), ahora nos obligan a hacerlo. Es decir, aunque parte de esas relaciones sociales físicas se han sustituido y van a continuar de forma telemática, la juventud y en definitiva, todos, tienen ganas de salir, de compartir, de volver a sus rutinas.
El significado de la amistad en esas edades es fundamental, las actividades de ocio y cultura se modificarán por las restricciones, el miedo y el dinero disponible, pero aparecerán nuevas formas de relacionarnos.
No olvidemos la sociedad en red, de la que habla Manuel Castells desde hace muchos años: Internet no es simplemente una tecnología, es el medio de comunicación que constituye la forma organizativa de nuestra sociedad. Y más teniendo en cuenta que Internet se convierte ahora más que nunca en el medio organizativo que permite el desarrollo de una serie de nuevas formas de relación social que si bien no tienen su origen en Internet, son fruto de una serie de cambios históricos que, además, no pueden desarrollar sin Internet.
Aumentará el valor del contacto físico infravalorado quizás, ya que las tecnologías nos permiten conectar, pero ahora la ausencia física es forzada. Y este es el verdadero cambio respecto a unos meses antes, la situación forzada de no relacionarnos físicamente.
¿Cree que la percepción que la sociedad actual tiene de los mayores puede cambiar con esta crisis?
Creo que nuestros mayores siempre han sido visto con buenos ojos, con ternura, al menos socialmente. Otra cosa es que en términos económicos o políticos se haya acentuado una imagen de los mayores como colectivo improductivo y débil.  
Lo que sí ha cambiado esta crisis es la intolerancia hacia ciertos discursos políticos que estos días han sido titulares. Como el titular del vicegobernador de Texas diciendo que hay que dejar morir a los ancianos para salvar la economía.
Y la intolerancia a los datos a los que estamos accediendo en relación con este grupo social. El coronavirus, efectivamente, está afectando más intensamente a nuestros mayores. A principios de abril eran contabilizados contagios en 165 de las más de 400 residencias de mayores existentes en nuestra región, según los datos aportados por la Consejería de Sanidad.
A nivel nacional la Fiscalía General del Estado, a través del fiscal delegado para la protección y defensa de los derechos de las personas mayores y de la red de Fiscalías Provinciales, ha abierto 121 diligencias civiles y 86 penales en relación con el amparo de los derechos individuales y colectivos de estas personas en situación de vulnerabilidad. El panorama como vemos no pinta bien ni es alentador, desde luego.

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