En esta entrada quiero reflexionar un poco sobre la concepción que existe acerca de "educar". Existe un límite muy fino entre educar y limitar. Muy a menudo, los adultos (y los que no somos tan adultos) podemos llegar a sobrepasar ese límite con la excusa de que tenemos el deber de enseñar todo a los niños. Si bien es cierto que en edades tempranas hay mucho que aprender, nosotros como adultos no podemos cometer el error de creer que nuestra visión de las cosas es más válida que la de otros, o lo que puede llegar a ser peor, que es la única verdad.
Por ello, nuestra labor va más allá de tratar de escribir en los niños como si fueran folios en blanco (tal y como mencionaba en mi primera entrada). Nuestra labor es proveer al niño de herramientas que les permitan explotar su potencial. Por lo tanto nuestra labor como educadores es aquella de enriquecer, liberar la mente para que puedan pensar y crear.
Existen muchas vías mediante las que un niño ve limitada su capacidad de crecimiento y se ata a los convencionalismos:
- Su creatividad se verá limitada en el momento que regañemos a ese niño al tratar de hacer las cosas de una manera propia, única, pensada por él mismo. Y más aún, si tratamos de enseñarle a hacerlo de nuestro modo.
- Se puede crear una baja autoestima, o negativa, además de favorecer la aparición del miedo al fracaso cuando se regaña al niño porque ha cometido un error.
- La personalidad del niño se ve reducida y limitada a lo que esperen los demás de él cuando etiquetamos a este niño.
- La capacidad para desarrollar la confianza en sí mismo y desarrollar sus habilidades se verá reducida cada vez que el niño sea sobreprotegido y no se le permita aprender por cuenta propia.
- Los sueños y metas de un niño serán arrebatados de él cada vez que incitamos al niño a seguir nuestro mismo camino, aunque pensemos que es lo mejor para él.
Todas estas reflexiones vienen a raíz de un corto que me produjo mucha curiosidad al verlo. Además de curiosidad, me incitó a darle unas cuantas vueltas al asunto. El corto se llama "A cloudy lesson", de la directora Yezi Xue. Trata la relación entre un abuelo y su nieto. A continuación os dejo el corto, no tiene pérdida.
A cloudy lesson
A cloudy lesson
Podemos sacar tres grandes conclusiones una vez finalizado el visionado del corto: no existe una única manera correcta de realizar las cosas y tampoco existe una única verdad; incluso cuando cometemos un error, de ese error, pueden surgir cosas maravillosas; y finalmente, lo más importante, EL APOYO ES FUNDAMENTAL. Imaginaos que el abuelo, en vez de observar lo que hacía el niño y luego ayudarle a realizar nubes con distintas formas, hubiese regañado al niño por romper la barra con la que se creaban las nubes. Toda esa creatividad que el niño llevaba dentro, no hubiese salido a la luz.
Por lo tanto, podemos ver que educar no es tan simple como transmitir a los niños todo lo que sabemos, sino también proporcionales a ellos los medios para crear su propio conocimiento y crecer de forma positiva.
Fernando López Montesinos
2º Curso de Magisterio de Educación Primaria - Grupo A
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