La mayoría de personas nos podríamos imaginar con qué se relaciona este concepto. Sin embargo, si les preguntásemos a personas de mayor edad, dirían que no saben lo que es. La palabra "bullying" viene a significar "una forma grave de violencia física o psicológica entre niños en el que el agresor o los agresores atacan, con persistencia y premeditación, a unas víctimas que, por miedo insuperable o inferioridad física o numérica, no se pueden defender". Esto ha existido siempre, aunque hasta hace menos de 50 años no haya sido objeto de estudio (La Vanguardia, 2020).
Gracias al investigador y psicólogo Dan Olweus el acoso escolar comenzó a ser estudiado a partir de los años setenta. Ya una década después empezó una lucha en su país para conseguir el derecho de la seguridad de cada niño en la escuela.
Más tarde, en 1993, Olweus publicó un ensayo Bullying at school: What we know and what we can do, que fue un gran éxito en Europa y Estados Unidos.
Aunque a veces sea complicado de ver, el acoso escolar sigue estando presente en nuestras escuelas, y puede ser tanto físico, sexual, verbal, psicológico o social. El acoso verbal es el más habitual y se da cuando el agresor menosprecia a la víctima en público. Actualmente, existe otro tipo de acoso denominado como "cyberbullying" o ciberacoso. Se trata de un acoso a través de las tecnologías digitales como las redes sociales, los teléfonos móviles, etc. Lo que persigue es atemorizar o humillar a otras personas difundiendo mentiras, haciéndose pasar por otra persona para enviar mensajes agresivos en su nombre, enviando mensajes hirientes o abusivos, etc. Sin embargo, este tipo de acoso suele darse junto con el acoso cara a cara en la mayoría de las situaciones.
Al igual que los otros tipos de acoso, las consecuencias que puede causar este hecho son enormes, ya sean mentales, emocionales o físicas, y sus secuelas pueden estar presentes en la vida de un individuo indefinidamente. Según un artículo publicado por la revista Investigación y Ciencia, el acoso escolar puede acarrear cambios en el sistema nervioso central (como en la respuesta hacia el estrés) o el desarrollo de trastornos mentales (como la depresión o trastorno de estrés postraumático).
Ante esta postura, podemos pensar qué podríamos hacer los docentes para evitar esto. Así, Patricia Peyró (2018) nos transmite algunos consejos que podrían resultarnos muy útiles como:
- Crear un entorno seguro en el aula donde nuestros alumnos se sientan seguros o confiados
- Crear normas claras de comportamiento
- Poner en práctica el refuerzo positivo más que el castigo
- Actuar inmediatamente si sospechamos que se está dando algún caso de acoso
Bibliografía:
Revert, E. (17/11/2020). De "El señor de las moscas" a "It": así empezó el mundo a detectar el bullying. La Vanguardia.
Fondo de las Naciones Unidas para los Niños (2022) Ciberacoso: Qué es y cómo detenerlo. https://www.unicef.org/es/end-violence/ciberacoso-que-es-y-como-detenerlo
García de Lucas, A. (2022). Las cicatrices del acoso escolar en el cerebro. Investigación y Ciencia. https://www.investigacionyciencia.es/blogs/psicologia-y-neurociencia/107/posts/las-cicatrices-del-acoso-escolar-en-el-cerebro-20828
Peyró, P. (2018). Consejos para profesores contra el acoso escolar. Educrea.https://educrea.cl/consejos-para-profesores-contra-el-acoso-escolar/4/
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por contribuir con sus comentarios a las entradas de nuestra Revista Digital.