Desde que las redes sociales llegaron a nuestra vida han supuesto una mejora en esta, pero el problema viene cuando hacemos un uso excesivo de ellas.
Las redes sociales resultan atractivas; en especial aplicaciones de mensajería instantánea como el chat de Facebook o WhatsApp, ya que nos permiten comunicarnos de una forma rápida y ofrece una interacción inmediata.
Considero que el uso de este tipo de redes sociales y de todas en general no tiene por qué ser algo malo, al contrario, creo que su efecto es positivo siempre y cuando no nos aleje de la realidad. Con esto quiero decir que no se deben dejar de lado las actividades que realizamos normalmente en nuestra vida diaria, como estudiar, trabajar, practicar algún deporte, salir con amigos, etc. Pero si se hace un uso excesivo de ellas puede inducir a que una persona se aleje de la vida real, incluso provocar trastornos como la ansiedad y llega a afectar a la autoestima y al autocontrol de la persona en cuestión que esté haciendo un uso excesivo de estas.
Es evidente que todo el mundo hace uso de las redes sociales y tienen varias cuentas en las redes sociales (por ejemplo: Twitter, Facebook, Instagram o Snapchat) y su motivación para usarlas son: ser visibles ante los demás (recibir me gustas, comentarios, visitas), estar conectados a la vida de los demás continuamente, intercambiar fotos… Algunas de estas motivaciones no las encuentro del todo apropiadas porque creo que se deja de lado la vida real de la que hablaba anteriormente.
WhatsApp es una aplicación de mensajería instantánea de fácil enganche, ya que no se desconecta por hábito. Cuando cogemos el móvil para mirar la hora ya sabes si una persona te ha enviado un mensaje, y ya te incita e leerlo. También puedes controlar a los demás mirando la última vez que se ha conectado, si está en línea o si te ha leído los mensajes.
Se puede hablar entonces de adicción a las redes sociales en el momento que su uso interfiere en la vida normal de una persona y en su comportamiento, en aquel momento es cuando debemos comenzar a preocuparnos.
Algunos de los cambios que pueden observar son los siguientes:
- Trastornos de la conducta, sedentarismo e incluso obesidad.
- Sentir euforia y activación excesivas ante el ordenador o el móvil.
- Perder horas de sueño.
- Síntomas de abstinencia (ansiedad, depresión, intranquilidad) ante la pérdida temporal de conexión.
- Aislamiento, irritabilidad.
- Bajo rendimiento en el trabajo o en la escuela.
- Desinterés por otros temas.
Ante este posible problema, se deberá promover la relación con otras personas, potenciar otro tipo de aficiones como la lectura, el deporte o ir al cine; además de limitar el tiempo y uso del móvil. La familia también tiene un rol importante y se debe fomentar el diálogo con esta. Pero esto solo funcionará si la persona es consciente de que tiene un problema serio.
La realidad es que en la sociedad de hoy en día ocurre está problemática y no somos conscientes de ello, un alto porcentaje de adolescentes y adultos siente un excesivo placer ante el uso de nuevas tecnologías y redes sociales. Y yo considero que las TIC, son un gran avance que nos han facilitado la vida y no debemos dejar que algo bueno se convierta en algo perjudicial, ya que depende de nosotros.
Por ello os invito a reflexionar y os hago esta pregunta: ¿Cuándo te levantas por las mañanas qué es lo primero que haces?
Jessica Caja Martínez
2º Magisterio Infantil
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