Muchos son los profesores que pasan por la vida escolar y de los que apenas podemos recordar tan siquiera qué asignatura impartían, pasando completamente al olvido. Sin embargo, existe un grupo de docentes que se han anclado en nuestra memoria y recordamos en cualquiera de nuestros procesos de formación. ¿Qué es lo que hace que estos profesores nos marquen frente al resto?
Su capacidad de escucha, su cercanía, la ilusión con la que imparten sus clases, el afecto que nos demuestran, la capacidad de hacernos descubrir cosas nuevas, la admiración que por ellos se procesa... querer ser como ellos.
¿Cómo es posible que personas tan sumamente diversas hayan provocado en nosotros tal respuesta?
Según "Ser profesor y dirigir profesores en tiempos de cambio" (Bazarra Rodríguez, Casanova Caballero and García Ugarte, 2004), esto es debido a una serie de razones:
Son capaces de combinar dos pasiones.
- La pasión por lo humano: pues son capaces de enseñarnos a aprender ( a existir, a sentir, comprender, crear, valorarnos y valorar a los demás, razonar y respetar)
- La pasión por la vida y su misterio: pues muestran su capacidad para a aprender junto a nosotros, cuestionarnos e investigar.
Son capaces de comunicar y contagiar estas dos pasiones, haciéndonos partícipes y protagonistas de la vida y de nuestra propia vida; mediante la relación que establecen con sus alumnos, sus gestos, su metodología, su presencia...
Es decir (haciéndome eco de nuevo, de los autores anteriormente mencionados), responden adecuadamente a las preguntas que todo docente debe realizarse antes de hacer cualquier cosa en el aula.
Imagen de elaboración propia
En el título de esta entrada del blog nombro dos ideas, por una parte como ser un profesor recordado y por otra hago nombre a un "tiempo de cambio" como si de una nueva fase en la educación se tratase.
Bien, esta idea hace mención al boom tecnológico que desde hace ya unos cuántos años se esta volviendo protagonista indiscutible de una nueva sociedad más intercomunicada y más accesible a todo tipo de conocimiento.
Es obligación del buen profesor impartir una educación de calidad tanto en los aspectos, estructurales, educativos y académicos; lo que necesariamente implica ( entre otras como la capacidad de autocrítica o la formación continua) ser capaz de innovar y abrirse al cambio.
No es comprensible que las personas nos pasemos casi la totalidad de nuestro tiempo conectadas a las nuevas tecnologías y que cuando entremos a la escuela las dejemos en el marco de la puerta de la entrada a clase. Que no se explique, que no se muestre como sacarlas su máximo provecho, que no se enseñe a hacer un uso responsable de este grandísimo recurso.
¿Cómo entender una escuela desligada de la sociedad? Esta es la sociedad del conocimiento, la sociedad de las nuevas tecnologías.
He barajado la mejor manera de reflejar esta idea y no encuentro mejor forma de hacerlo que como lo transmite (Bazarra Rodríguez, Casanova Caballero and García Ugarte, 2004):
"La opción por el inmovilismo y el poder de la costumbre responde más a quién educa desde el miedo que a quién afronta el apasionante reto de reconocer que la realidad cambia. Nuestros alumnos no son los mismos que teníamos hace 10 años y tendrán muy poco que ver con la próxima década. Solamente acercándonos a ellos, comprendiéndoles empáticamente y educándoles desde la "inestabilidad" del cambio continuo, será posible construir algo esencialmente estable en educación."
En conclusión y a modo de síntesis: UN PROFESOR QUE DESEE SER RECORDADO MAÑANA DEBE INCORPORAR LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS EN SU AULA HOY.
Lucía Galindo Gómez
2º Magisterio Primaria A
FUENTES BIBLIOGRÁFICAS CONSULTADAS EN ESTA ENTRADA:
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por contribuir con sus comentarios a las entradas de nuestra Revista Digital.