domingo, 10 de mayo de 2015

Salvar la brecha digital


El autor hace referencia al cambio de mentalidad, ajustado al horizonte de la globalización en donde las nuevas tecnologías sean el soporte de una nueva era.
     Si diez años atrás alguien nos hubiera dicho que una economía, no importa en qué país del mundo, crecería en un trimestre a un ritmo del 8% anual, inmediatamente hubiéramos deducido, como lógica contrapartida de ese crecimiento, una muy acusada creación de empleo. Pero en la actualidad eso ya no es más el caso. La tasa de crecimiento de una economía como la norteamericana, por ejemplo, que en el tercer trimestre del 2003 fue del 8,2%, se vio acompañada (pongamos por caso el mes de septiembre), por la creación de sólo mil puestos de trabajo. Los incrementos de productividad, pues, que facilitan las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en los países desarrollados no necesariamente conllevan un incremento de empleo. El caso europeo es también significativo, pues estas tecnologías han aportado en nuestro continente durante los últimos años una media del 4,8% directo al PIB y un 16% a su crecimiento, pero su influencia en la creación de empleo ha sido muy limitada.
     Aquí es donde se pone de manifiesto hasta sus consecuencias extremas la «última frontera» que significa la globalización, así como las tensiones que se producen cuando se enfrentan la naturaleza política de ésta y el encaje de un proceso ya imparable, por un lado, con las asimetrías incontestables en lo referente al grado de desarrollo democrático de los países, el papel de los Estados -más o menos comprometidos con el impulso democrático y con la liberalización- y también con la apertura universal de los mercados, para hacer viable el fenómeno globalizador.
     Si la política no es un freno y el movimiento globalizador se consolida como inexorable, se entenderán mejor fenómenos como el de la deslocalización industrial, la orientación de las economías occidentales hacia la «economía de servicios» y la correspondiente vertebración de «plataformas comerciales» a lo largo y ancho del planeta. No podemos ignorar la necesaria y en todo caso flexible y negociada aplicación de Kioto y la conversión de una amenaza en una gran oportunidad para avanzar.
     Probablemente el desarrollo social en los países en vías de desarrollo, con instrumentos aptos para conseguirlo, como son la extensión de la educación o la adecuada cobertura sanitaria, sería inapreciable si la globalización fuera un mero recurso retórico y no se arbitran reformas concretas que permitan que dicho fenómeno cale eficazmente y que, por tanto, no sigan acentuándose las conocidas desigualdades sociales.
     Es en este marco donde advertimos necesaria una amplia reflexión sobre las TIC como factor de progreso y de competitividad, pero sin dejar de observar que si persisten las barreras políticas o económicas se producirá un inmovilismo, un retroceso o una distorsión del proceso globalizador y el impulso de implantación de las tecnologías no será todo lo eficaz que teóricamente podría resultar. La utilización de las tecnologías no es un fin en sí mismo, sino un medio para mejorar la vida de la gente.
      En relación con este artículo, me ha resultado muy interesante la reflexión que hace el autor sobre las nuevas tecnologías y la globalización, puesto que la comunicación entre los países desarrollados hace que se unan los mercados, sociedades y culturas. El proceso de la globalización ofrece grandes oportunidades para avanzar en el mercado mundial.
     Es evidente que este proceso se ha visto aumentado gracias a los avances de la tecnología, pero sin embargo, no nos podemos olvidar de la brecha digital que existe, esas desigualdades existentes entre los países desarrollados y los países subdesarrollados, estando éstos últimos sin los beneficios que ofrece internet, por lo tanto muchos países, entre ellos muchos pertenecientes a África no se han beneficiado de la globalización.
     Por todo ello, creo que la brecha digital hace que haya enormes diferencias entre los comunicados a la red y los que no lo están.
ANA BELÉN MARTÍN RUFO
2º B MAGISTERIO PRIMARIA

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