viernes, 20 de mayo de 2022

¿Cómo ha conectado el documental "La Clase de al lado" con tu yo adolescente?


Desde bien pequeña mis padres me inculcaron que la ESO era necesaria, que se trataba de la parte de un proceso que inevitablemente tenía que pasar. Cuando pasas tanto tiempo pensando eso junto al miedo a no hacer sentir orgullosos a tus padres, indudablemente se va a comenzar a convertir una pequeña bola oscura dentro de ti.

Esa pequeña bola iba creciendo con situaciones que parecían normales como por ejemplo olvidar tus propios sentimientos y la verdadera razón por la que haces las cosas. Tirarme días y días realizando problemas de matemáticas, suspender, y que el único esfuerzo reconocido por tu familia sea el 3,5 de la nota del examen. Olvidar el esfuerzo, el sufrimiento, la constancia y la dificultad de una mente artística frente a los números. No importaba nada de lo anterior, porque ya habías decepcionado con un 3,5 a las personas más importantes de tu vida. En estas situaciones no pensabas en que tus sentimientos estaban por encima de esa cifra numérica, solo pensabas en esa mirada decepcionante.

Con tristeza me pongo a pensar todas las veces que recuerdo un "¿Qué tal estas? "de las personas que más quería en ese momento y recuerdo muy pocas. Comenzaba la primavera en 2018, yo aún tenía 17 años y tenía decidido que no iba a presentarme a la EVAU (para mis padres un paso imprescindible para poder seguir estudiando). En ese momento mi yo más interno estaba convencido de que no podía realizar esa prueba porque me estaba afectando psicológicamente llegando hasta tal punto donde dejé de disfrutar de mi época estudiantil. ¿Por qué llegué hasta ese punto? ¿Por qué sufrir por unos simples exámenes? ¿De verdad estaba pensando que no había más caminos para seguir avanzando?

¿De qué tenía miedo? Tenía miedo de mi familia, de ser una decepción para ellos, de no ser suficiente después del esfuerzo que suponía que estuviera allí… Lloraba todos los días y rezaba para que nunca llegará el día en el que se lo tuviera que confesar. Pero el día inevitablemente llegó y para nada como me esperaba.

 Mi madre una tarde me escuchó llorar en mi habitación, llamó delicadamente a la puerta y frente a mí me dijo: ¿Qué tal estás? Esa pregunta me dio la libertad de soltarlo todo, de tomar las riendas por segunda vez en mi vida y ser firme conmigo misma. A partir de ese momento comencé a quererme y valorarme más, a tomar decisiones que realmente me hicieran feliz, a marcarme un camino basado en la sinceridad, aprendí a ser un poco más yo.

No solo yo aprendí de esa situación, mi familia aprendió a abrir su mente a muchos caminos alternativos, a dejarme decidir y continuar por infinidad de atajos.

Durante toda mi adolescencia pensaba que estaba siendo quien quería ser, que estaba creando una versión sana de mí misma, pero ahora con 22 años te das cuenta de que simplemente eras la niña que tu madre nunca había sido con amigas que tu madre nunca había tenido en una vida que tu madre nunca tendría. Y de ello solo te das cuenta cuando es la propia vida la que te pone obstáculos y solo cuando tú eres capaz de verte desde otra perspectiva.

Lo importante de todo objetivo propuesto no es el resultado, es el proceso, son esos pequeños objetivos que uno se marca en pequeñas franjas de tiempo y que por supuesto a base de dedicación y esfuerzo se van consiguiendo.

A mi Lorena del pasado, a esa Lorena adolescente le diría: 


Lorena Diaz-Maroto Torresano

Estudiante de Magisterio Infantil en Toledo UCLM

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