Me gustaría comenzar con una frase de Sergio Sinay que dice que “La familia y la escuela son socias... No son intercambiables ni tienen las mismas funciones. La familia educa, porque educar es transmitir valores... La escuela enseña, socializa... La escuela es un socio ideal y necesario de la familia, pero no la puede reemplazar”.
Un error común en algunas familias es considerar que la educación de sus hijos e hijas es tarea únicamente de la escuela, olvidando que precisamente la familia es uno de los pilares fundamentales de la educación. La familia y la escuela mantienen una íntima relación en lo que se refiere al proceso educativo dado que para una educación integral del niño/a es necesaria la contribución de ambas. Por tanto, podemos decir que la educación tiene dos pilares fundamentales, íntimamente relacionados, la familia y la escuela. Además, de un tercero, el contexto social en que se desarrolla el niño/a.
Centrándome en la familia y la escuela, comenzaré por la familia, ya que es el primer transmisor de valores. Me gustaría hacer hincapié en la importancia de esta, dado que el primer contacto que el niño/a tiene con el mundo surge ahí, en el seno familiar. Los primeros maestros de este son sus padres, hermanos, abuelos, tíos, es decir, la gente de su entorno. Los primeros valores morales, sentimentales, pautas de conducta y normas sociales que el niño/a aprende en su día a día no serán otros que los que le inculque la familia. Por ello, hay que ser rigurosos y cautelosos, no solo en su transmisión sino en cómo es la forma de hacerlo porque que los niños/as son imitadores de los adultos y no podemos olvidar que “lo que se ve, se aprende”.
Una educación óptima no tendría lugar sin la participación de la escuela ya que es esta quién fomenta el interés y la motivación de aprender en el niño/a, además permite que este se socialice con sus iguales, por ello es considerado el segundo pilar fundamental de la educación.
Como podemos observar, la relación entre familia y escuela es muy importante y solo si, es efectiva, continua y participativa por ambas partes pueden conseguir educar al niño/a de manera adecuada. Por ello, es necesario que la escuela integre a los padres en actividades escolares, así como también los padres informen a los docentes sobre aquellos aspectos que consideren relevantes. Si ambas partes se implican en el proceso educativo y mantienen un contacto frecuente y directo contribuirán a mejorar el aprendizaje y el bienestar del niño/a.
Gema Olvido Bravo Santacruz,
2º A de Magisterio de Educación Infantil