jueves, 9 de mayo de 2019

Mi descubrimiento de la Robótica Social

Gracias a las clases y tutorías de la asignatura de Educación y Sociedad, de la mano de Ricardo Fernández, tuvimos la oportunidad de conocer un Robot Social, "Dino" (PLEO rb), mascota de la Facultad de Educación de Toledo, es un robot social capaz de detectar sentimientos y emociones de las personas que está interactuando con él y, no sólo eso, sino que tiene la capacidad de interactuar con otros robots iguales que él. 

Así, un robot social es aquel que interactúa y se comunica con las personas siguiendo comportamientos, patrones y normas sociales. Pero, ¿se puede llevar a cabo una correcta socialización entre robot y persona? Esta tarea es complicada puesto que los robots y las personas no comparten el mismo lenguaje, al igual que ven y afrontan el mundo de maneras diferentes. Por otro lado, la personalidad de un robot no está del todo asentada, lo cual hace de barrera para la relación robot - persona. Si es cierto, que su utilidad puede ser orientada a ser acompañantes, de ayuda para personas mayores o, en el ámbito educativo, para la educación especial y de herramienta terapéutica.

En esta línea de la Educación, cada vez son mayores las experiencias que comprueban los beneficios que tiene utilizar la tecnológica y la robótica social entre los niños con necesidades educativas especiales. Esto, facilita y motiva la participación y comunicación, lo que ayuda a desarrollar su parte emocional y personal.                                                            

     Fuente de imagen
Uno de estos robots es "Nao", creado en 2004 por la compañía robótica francesa "Aldebaran Robotics". Se trata de un robot humanoide, programable y autónomo. Gracias a su apariencia humana, es capaz de imitar comportamientos y movimientos humanos ofreciendo un lenguaje corporal similar al nuestro. En este caso, se utiliza como herramienta para los niños con espectro autista para mejorar su comunicación, las relaciones sociales y su desarrollo cognitivo, ya que ofrece un ambiente organizado, estable y bajo unas pautas muy marcadas, siendo el mejor ambiente para los niños con autismo.



Así, la utilidad y efectividad de los robots en educación es irrefutable, pero, el debate y reflexión llega al plantearse si los robots van a poder sentir emociones y sentimientos como las personas. Bajo mi punto de vista, no creo que lleguen al mismo nivel emocional que las personas y creo, que, aunque fuese posible no sería una buena opción, puesto que crearía confusión entre la sociedad. Ya de por sí, hay veces que no entendemos a las personas o no queremos hacer daño a aquellas que queremos, como para estar pendientes también de esas relaciones emocionales con robots. Lo que si veo adecuado y necesario es investigar sobre cuál es el mejor lugar para un robot y su utilidad y funcionalidad en la sociedad, para que ésta se beneficie al máximo de sus ventajas. Ya que es algo que va a estar presente en nuestro futuro inevitablemente, será mejor que seamos nosotros quienes lo establezcamos y determinemos a que si no, como se suele decir, los robots serán capaces de sustituirnos en todos los sentidos.

Vídeo de interés
El robot social más avanzado del mundo


  
Laura Bejarano del Castillo

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