domingo, 19 de abril de 2015

Los deberes escolares


La ausencia de deberes no es un problema, el exceso de ellos puede que sí. Los niños tienen unas necesidades de juego y exploración que no solo son vitales para su crecimiento personal equilibrado, sino también para su aprendizaje, y nosotras como futuras maestras debemos conocerlo y fomentarlo.

Los niños españoles llegan a casa cada día con una mochila cargada de obligaciones. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), afirma que los padres se quejan de este hecho, y ha constatado que España es el quinto país que más deberes pone en una lista de 38 naciones. Sin embargo, dos de los países con mejores resultados académicos en Pisa, como son Finlandia y Corea del Sur, presentan menos horas de tareas extraescolares.

Desde mi punto de vista, puede ser que algo esté fallando en nuestro sistema educativo, porque, a pesar de que la escolarización es más temprana, hay más horas de clase y se ponen más tareas para casa, los resultados en las pruebas internacionales son mucho peores.

En muchas ocasiones, los alumnos se sienten obligados y no quieren hacer los deberes. Los padres, que en nuestra sociedad son cada vez más sobreprotectores, acaban ayudando a sus hijos a regañadientes, pero muchas veces culpan a los maestros de pasarse la tarde haciendo tareas en vez de estar jugando con los demás niños durante el poco tiempo que tienen; y en cierto modo tienen razón. Como sabemos, los niños, sobre todo en los primeros años de escolarización, aprenden jugando y explorando con sus iguales, e incluso con los adultos.

También es una realidad que, los alumnos con menos recursos se encuentran con más dificultades a la hora de encontrar un lugar tranquilo o no tienen tiempo para hacer los deberes porque deben atender a otras responsabilidades familiares. Y en muchas ocasiones estos niños no reciben ayuda de sus padres, porque o bien no saben o bien tienen otras cosas que hacer. Pero en mi opinión, lo importante no es sólo cuánto tiempo se dedica, sino también la calidad en el uso del tiempo, es decir, que hay muchos factores que influyen también en los resultados como son: la calidad de la instrucción ofrecida por los maestros, los recursos pedagógicos disponibles en la escuela y la motivación y compromiso de los propios alumnos.

Mi propuesta, y a modo de conclusión, es que los maestros debemos fomentar las relaciones familia-escuela para que los padres no vean que los deberes se han convertido en "una prolongación de la jornada escolar". Para ello, hay muchas formas de que los niños hagan esos deberes sin ser una carga para ellos. Como he dicho antes, los niños aprenden jugando y explorando, por lo que los maestros deberíamos mandar menos deberes guiados por un libro de texto, y más en los que fomentemos la interacción con los demás y generar motivación por realizarlos. Por ejemplo, si estamos trabajando la primavera, en vez de mandar para casa que escriban en su cuaderno una poesía que habla de esta estación; mi propuesta sería mandar a los niños que trajeran objetos que podamos encontrar en primavera (flores, insectos, etc.). De este modo, pienso que los niños pueden aprender el tema que estamos trabajando, de una forma lúdica y no basada en la memorización.


Irene Moreno Fernández

Información complementaria (¿conviene que los niños hagan deberes en casa?)

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