miércoles, 10 de abril de 2013

¿SE PUEDE MODIFICAR EL COMPORTAMIENTO?

Cuando un niño nace, no sabe jugar, estudiar, pensar, querer a los demás, prestar atención, hablar…Todas estas habilidades y conductas y la inmensa mayoría de las que un niño manifiesta las va aprendiendo a lo largo de los días y los años. Los padres, maestros y otras personas de la comunidad intervenimos de manera decisiva en ese largo y complejo aprendizaje.

Las rabietas, agresiones, peleas, miedos, timidez, desobediencia, problemas con las comidas... y la mayoría de los problemas de conducta que los niños presentan durante el desarrollo de su personalidad también los aprenden, no nacen con ellos. Y también en ese aprendizaje intervenimos activamente nosotros.

Por lo tanto los profesores y padres son los encargados de modificar ese mal comportamiento en el niño.

Las pautas que podríamos seguir para modificar este mal comportamiento podrían ser las siguientes.

Pautas concretas de actuación:

1. Retirar la atención: ignorarlos, eliminar las consecuencias que hasta ahora su conducta inadecuada había provocado. Para el adulto esto supondrá paciencia y autocontrol.

2. Prestar atención a conductas positivas y contrarias a las deseadas: Debemos estar atentos en pillar y reforzar a nuestros hijos y alumnos cuando muestren conductas positivas o contrarias a aquellas que queremos eliminar.

3. Retirar otras recompensas: En ocasiones será conveniente el suprimir ciertos acontecimientos agradables (ver la TV, tener la puerta abierta a la hora de acostarse, etc.) si el niño manifiesta conductas inadecuadas.

4. Tiempo-fuera o aislamiento. Hay muchas situaciones en las que es difícil ignorar la conducta del niño, bien porque "el prestar" o "no prestar atención" no depende de nosotros (atención de otros niños, hermanos o adultos) o bien porque existe la necesidad de su interrupción inmediata (por ejemplo: agresión a otro niño). En estos casos puede ser muy útil el sacar al niño de la situación donde muestra su conducta inadecuada y trasladarle a un lugar donde no exista la posibilidad de obtener reforzamiento. Para que este procedimiento sea eficaz es necesario seguir una serie de reglas:
 
El lugar al que se traslade al niño no debe ser amenazante para él, pero si aislado y aburrido.
El traslado debe hacerse inmediatamente después de que ocurra la conducta inadecuada. No se trata de descargar un momento de enfado nuestro, no es una venganza. Por esta razón debe hacerse con calma y firmeza, pero sin gritos ni agresión y anunciando el objetivo y el tiempo que durará. ¿Cuánto tiempo debe durar ese tiempo fuera? Hay una regla: tres minutos por año que tenga el niño. A este procedimiento también se le llama "período de reflexión

5. El castigo. Puede tener inconvenientes:
  • - Puede ocasionar al niño daños físicos y morales. El niño puede sacar la conclusión de que no le quieren, de que no es válido, de que es un desastre. Puede aprender a tener miedo.
  • - El niño aprende a castigar del mismo modo que lo hace un adulto, pues éste le proporciona un ejemplo de castigo. Aprende a agredir.
  • - El niño tenderá a distanciarse de la situación en que es castigado y de la persona que le castiga, con lo cual, las relaciones con ella se deterioran.
  • - el castigo puede actuar como un reforzador positivo de la conducta que se quiere eliminar, en la medida en que el niño a través del castigo, recibe atención del adulto y del medio social.
  • - el efecto de algunos castigos sobre la conducta inadecuada es pasajero. La suprime de momento, pero el niño la vuelve a repetir una y otra vez. Esto ocasiona una mayor frecuencia y dureza de castigo y un "acostumbramiento" del niño y del adulto al mismo, pero sin modificar de modo permanente su conducta.
  • - el castigo puede suprimir conductas inadecuadas, pero por sí solo no sirve para construir un repertorio de conductas adecuadas

Otra forma de cambiar la conducta en los niños puede ser:

.- Cambiar de escenario.

.- Empezar por lo más fácil e ir poco a poco

.- Enseñarle nuevas habilidades.

.-Dar ejemplo.

.-Acuerdos entre el padre y el niño.


Ana Núñez Hidalgo

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