Desde hace ya unos años, las aulas están llenas de objetos informáticos, lo que conocemos hoy como TIC. Los más pequeños se relacionan con ellos y aprenden su uso y beneficios, de los que todos hablamos últimamente. Pero también debemos tener en cuenta los perjuicios o peligros que tiene el uso de estos.
Por un lado las TIC nos acercan a información de la que de otro modo sería impensable acceder, nos hacen la vida más fácil como afirman algunos. Hemos oído en innumerables ocasiones los peligros que tiene internet, estamos concienciados e intentamos ponerle freno. En los colegios se hacen talleres para padres y madres en los que aprenden como controlar a sus hijos/as las páginas que visitan, les dan pautas del tiempo que se considera apropiado para navegar en la red… pero se nos olvida que al estar en contacto todo el día con tantos objetos, que cambian cada vez con más rapidez, unas veces para ampliar sus aplicaciones, otras para quedarse igual o con menos, pero ser más bonitas estéticamente, estamos acercando si cabe más a los más pequeños al mundo del consumismo. Del comprar por comprar, sin necesidad de ello.
Reflejo de esto son muchas aulas de nuestro país, están repletas de herramientas digitales, que las hacen muy bonitas pero que en muchos casos no son usadas. Unas veces porque el profesorado no está capacitado para ello y en otras porque su uso en las aulas es impensable, pues cada vez sube la ratio en ellas, se le atribuyen más tareas a los docentes y encima se les pide que enseñen y utilicen las nuevas tecnologías.
Dicen que las nuevas tecnologías, el uso de las TIC, mejora el proceso de enseñanza-aprendizaje, que el alumnado aprende más y mejor. ¿Pero no es cierto que para que esto suceda lo que trabajemos con ellos o mediante ellos debe estar preparado, programado…? ¿Qué en realidad lo que hace que el aprendizaje sea bueno no es el medio sino el trabajo que hay en él? En definitiva, lo que se hacía hasta hace poco con una pizarra de tiza, con un boli y un papel.
Sin olvidar los ebook o libros electrónicos, que nos los bajamos con un click y de manera más económica, pero que constantemente están apareciendo anuncios coloridos, que nos hacen creer que sin ello no podemos vivir, a la vez que hacen que nuestra atención se disperse, costándonos volver a ella. Esto no sucede con los libros tradicionales en los que te sumergías en sus letras, disfrutando de una historia que hacías tuya.
Ayudándonos de la TIC, o no, lo que tenemos que pretender es mejorar el aprendizaje de nuestros alumnos y alumnas, tenemos que contribuir a la mejora de la educación.
Laura Arévalo Rodríguez
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