Agustín
Chozas Martín
Inspector de Educación
Profesor de la Facultad de Educación de Toledo (UCLM)
Discutir a estas alturas que la España del pasado
siglo y del actual necesitaba modernizar su sistema educativo resultaría fuera
de lugar. Sin embargo, resulta imprescindible poner en cuestión si la
modernización y actualización ha seguido el camino apropiado o, por el
contrario, se ha enredado en una maraña de sofismas hasta el punto de que nada
sea lo que parece.
El mejor ejemplo de la
comedia de enredo en la que, unos y otros (diremos luego quiénes son
unos y otros) han convertido la educación en la inabordable selva legislativa
que las reformas y el tribalismo educativo ha generado, como prueba casi
irrefutable de incapacidad, ignorancia e inseguridad.
Pretenden estas líneas
apuntar y analizar algunos de los sofismas más frecuentes con los que las
oligarquías de diverso signo han terminado
por ocultar los genuinos problemas sociales, morales, económicos y
políticos de la educación disfrazándolos con una respuesta educativa
presuntuosa y equivocada por desconocimiento de la realidad.
1.-La educación en el mercado
Uno de los inventos más
celebrados por las élites dirigentes es la reducción de los complejos problemas
educativos al corsé de tópicos como “educar para la excelencia”, “educar la
eficacia y la eficiencia” o simplezas
por estilo, exportadas de un lenguaje mercantilizado que impone una finalidad
pragmática, que responde a la obsesión por el triunfo y, lo que es peor, que
olvida el papel determinante del sujeto,
de sus condiciones y, por encima de todo, de sus reales limitaciones.
Pedir a estos nuevos
sacerdotes del mercantilismo que consideren que el acto educativo es un acto
social y más complejo de lo que su simpleza intelectual alcanza a entender
parece ser pedir demasiado…
2.-Una
minoría no puede determinar qué sea el bien común, el de todos
¿Cómo es posible que unas ideologías decimonónicas ,nacidas (en algunos
casos ) incluso para redimir al hombre de su miseria terminen siendo las que en el siglo XXI, enfangadas en sus
propias miserias y en los intereses de oligarquías ,en muchos casos los raquíticos
partidos político, dicten qué debe ser la educación que conviene a los
ciudadanos ? Hay muchas razones para no dar por suficiente la legitimidad
democrática si ésta oculta el valor de la legitimidad social o la legitimidad
de ejercicio en favor de los otros.
¿Existe alguna razón de peso que obligue a la persona a aceptar el
discurso educativo de bastardas oligarquías de poder en detrimento de valores y
virtudes públicas como la dignidad, la equidad o la responsabilidad? ¿Es posible tal degeneración democrática?
Las servidumbres impuestas por
los poderosos afectan también a un tipo de educación que ya no piensa en la
minoría desigual, sino y solamente en la minoría dominante.
3.-La verdad de los antiguos
Si se defiende que la educación es ante todo un bien social tampoco
faltarán las aves de rapiña, de permanente presencia en la historia, para
imponer sus concepciones. No estará de
más, por ello, apoyarse en la verdad
argumental de los antiguos para hacer valer una línea de pensamiento que ha
recorrido el tiempo sin demasiada fortuna. Ya Aristóteles se refería a la capacidad de los hombres para practicar la virtud pública, la concordia
civil o el amor a lo público cuando
instaba al “cuidado de la casa y de la ciudad”. Apuntaba así a un hermoso
concepto de la educación como cuidado propio, como cuidado de los demás y no como
una realidad impuesta secularmente en la que priman la asociación de intereses,
el utilitarismo y el resultado inmediato.
En una dirección convergente, Tocqueville apuntaba a la necesidad de
dejar de lado lo que se basa en honores
y privilegios, en la aristocracia en una palabra, para dejar paso a la tensión
igualdad-libertad
Con Freud se abre la puerta a la transgresión y a las sociedades permisivas en las que los débiles
son más débiles
Norbert Elías ha sido siempre un autor rotundo: la humanidad se ha
civilizado y descivilizado. La buena educación es civilización, no puede
someterse a coyunturas e intereses miserables
Hanna Arendt recupera la necesidad de una buena sociedad que no puede
aceptar en su seno a los enemigos de la misma. Se subraya un concepto de lo
común como pilar de una sociedad buena y nuevas referencias morales y
educativas como el republicanismo cívico, las virtudes cívicas, el pluralismo radical y la talla moral de las
personas
4.-Educación: caminos a
ninguna parte
No obstante, las razones poderosas son casualmente las razones de los poderosos:
existe solamente una “única educación”, la educación de los interesados.
Por si fuera poco, la ignorancia que genera la permanente información o
la frecuente reducción a la simpleza de la comunicación, por obra y gracia de
la frivolidad de las redes sociales, deja la educación sin el necesario
análisis de las causas y la convierte en un personaje secundario en el
escenario social .De este modo, los grupos humanos se blindan ante el riesgo de
tener que tomar decisiones de compromiso.
Que se haya producido el destierro de monoteísmos y politeísmos ha
facilitado el hueco al dios de la banalidad educativa, de manera que cualquier
discurso político al uso da prueba de ello, de la acumulación de lugares
comunes y de vaciedades, en una palabra, de una pobreza cívica imperante.
La reducción a la grosería de las recetas para ser feliz de saberes necesarios como la psicopedagogía
frivoliza también la educación y
si las aspiraciones de la Europa ilustrada caminaban en la dirección de
un hombre moralmente soberano nos
encontramos ahora en la instalación de modos capitalistas radicalmente amorales y con
su consiguiente contagio en la instancia educativa
5.-La buena educación no
puede estar en el mercado, es decir, secuestrada
Lejos quedan las exigencias
reiteradas de la OCDE para que en el entramado educativo se sumen tanto los
componentes que constituyen la exigencia básica del servicio público como la
existencia de un marco legal, de mecanismos de responsabilidad, de liderazgo y
jerarquías y la necesidad de códigos de conducta e instrumentos de socialización.
Del mismo modo, y en lo
tocante a los profesionales que ejercen el servicio y el bien públicos en la
educación, están definidos parámetros fundamentales como el servicio a la
sociedad, la reclamación del control sobre el trabajo hecho y la oposición al
intrusismo, la existencia de información sobre los derechos de los educandos (
usuarios), la conciencia social del
servicio como no prescindible, la vinculación colegiada entre profesionales, la
necesidad de conocimientos avanzados y conocimientos técnicos, la capacidad de
realizar diagnósticos y proponer soluciones, entre otros.
Igualmente, la educación
como algo más que un mero servicio público por importante que sea necesita de unos organismos de supervisión
basados en el prestigio y competencia profesionales, como antídotos contra la
dependencia, necesita sistemas de trabajo con criterios conocidos, justificados
y duraderos, criterios neutrales y simétricos (iguales para todos los iguales)
y capacidad de persuasión moral y de negociación.
6.-La
buena educación y la desigualdad de los humanos
Una conciencia desdichada de
los valores primeros ha facilitado que las redes del liberalismo voraz hayan
atrapado el progreso de una sociedad hacia la bondad, lo que equivale en última
instancia a frenar la marcha de una buena educación.
Ni el uso público de la
razón ni el frecuentemente aludido “principio de caridad” que conduce a la
compasión han impedido que la aspiración ilustrada de una educación universal
haya devenido en una educación autista, ensimismada y secuestrada por los
“pocos que se creen todos”, por la
insoportable petulancia liberal incapaz de reconocer la complejidad y
globalidad de una buena educación.
Si la buena educación no se
asienta en una buena sociedad en la que quepan principios (Kant) , pactos
(contractualismo) y consecuencias (utilitarismos) desde el punto de vista de
una moral cívica; si la educación no interioriza la contaminación y el
mestizaje humanos, la derrota ilustrada
será inevitable y la zanja de la desigualdad todavía mayor.
¿Por qué las doctrinas
liberales (tan liberales ellas) no dejan de imponer sus dictados a quienes no
las comparten?
¿Por qué las doctrinas
socialistas (tan envejecidas ellas) no dejan de imponer sus dictados a quienes
no los comparten?
7.-
Suma y sigue
Los anteriores apuntes no
dejan de ser meras anotaciones necesitadas de un posterior análisis y un
desarrollo argumentativo. si bien la idea básica pretende ser inequívoca : Hay
razones para dejar la educación a los concernidos, dejar de utilizar la
educación como moneda de cambio, dejar
de tomar decisiones sin importar qué se decide ,dejar de faltar al respeto a
los genuinos profesionales de la educación y no conocer al trasfondo de su trabajo,
para escuchar a los protagonistas reales y aprender sus necesidades ( las
familias y los alumnos también existen ), para reconocer de una vez que la
educación está más allá de los servicios públicos y debe responder al principal
de los bienes cívicos, el bien democrático y comunitario.
Lecturas a favor de la buena educación
La obra de la profesora A.
Cortina resulta de lectura obligada para superar la desmoralización reinante
que tanto afecta a la buena educación. “Hasta un pueblo de demonio”, Taurus, Madrid, 1998 es una buena muestra.
Se acaba de publicar el libro de S. Giner “El origen de la moral,
Ética y valores en la sociedad actual,”, Península, Barcelona, 2012.Con
maestría .se apuntan valores que el sistema educativo no enciclopédico ha de
recuperar
“Calidad de la democracia en
España, una auditoría ciudadana” de B. Gómez Fortes y otros, Ariel, Barcelona,
2010, analiza las claves del estado de derecho, referencia básica para una
educación como bien, y el papel de la sociedad civil, imprescindible para
evitar la apropiación indebida e interesada de la educación
Primavera de 2013
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