En el campus de la Universidad de Castilla - La Mancha, en Toledo, celebramos la jubilación de Manuel Fernández y González de Mendoza, Manolo, nuestro profesor de música. Fueron unos momentos únicos, irrepetibles, de esos que se te graban en la memoria. Diez promociones de Magisterio por Educación Musical (e incluso anteriores, con personas que habían estudiado antes del 1992) unidas, con el único propósito de hacer un sencillo, pero merecido homenaje al que fue, y será siempre, nuestro PROFESOR de música, Manolo.
Los actos fueron sencillos, pero cargados de contenido. Comenzaron con una misa en la que cantamos, como coro, una representación de todas estas generaciones de alumnos que pasamos por la Escuela Universitaria.
Fue muy curiosa la forma de organizar este acto. Desde la escuela de Magisterio, me llegó el encargo de ponerle música a esta misa. Y, queriendo que participara el mayor número de alumnos posibles, se me ocurrió poner un evento en facebook. Inmediatamente, mis amigos de promociones mucho más recientes que la mía, reenviaron el evento y, como por arte de magia, a los dos días de publicarlo, había ya mucha de gente dispuesta a participar, con un montón de preguntas que hacer y con unas ganas tremendas de despedir a nuestro querido profesor.
No hubo ensayos, no hubo preparativos, únicamente colgué las partituras que íbamos a cantar y confié en el compromiso individual de cada una de las personas que estaban dispuestas a acudir. Y funcionó.
Nos encontramos directamente allí, en la Capilla del Edificio Sabatini, dimos una vuelta al repertorio, y ¡Comenzó la ceremonia! Allí estaban los sacerdotes D. Antonio, y D. Juan Carlos y una amplia delegación de profesores, encabezados por la Vicerrectora y sus compañeros de Educación Musical, Dª Mª Ángeles, Dª Mª José y D. Felipe. El resto fue rodado. Transcurrió la ceremonia religiosa, con nuestros cantos, en su mayoría trabajados años atrás en las clases de Coro de la universidad, y con una magnífica homilía por parte de D, Antonio. Y después, un acto tremendamente emotivo. Comenzó con un audiovisual ofrecido por compañeros profesores de la Universidad, una poesía - canción de D. Felipe Gertrudix, unas palabras de una alumna de la promoción 93 - 97, recogiendo el sentir de muchas generaciones, y las palabras de su hijo Javier y sus compañeras, Mª José y Mª Ángeles. Acto seguido, terminamos en el aula de música cantando canciones de toda la vida, con las manos de Manolo en el piano y un suculento ágape.
No hay mejor manera de agradecer todos los años de dedicación a la enseñanza, y a la enseñanza de la música, de un profesor que ha marcado, y que marcará, la enseñanza de una de las disciplinas más importantes para la educación integral de nuestros alumnos.
Os dejamos las palabras que Natalia, que como recopilación del sentir de muchos alumnos de diferentes promociones, le dedicó a nuestro MAESTRO:
Fue en 1976, hace 36 años (los que tenemos algunos de los que estamos aquí), cuando llegaste, Manolo, a la escuela de Magisterio, aquí, en Toledo.
Has visto pasar muchas promociones de alumnos, y, entre ellas, las de los años de implantación de las especialidades, en las que nos has formado a nosotros, maestros de música, que hoy en día, ejercemos nuestra vocación en colegios y esperamos poder hacerlo durante mucho tiempo.
Gracias a los avances de la tecnología y de las redes sociales nos hemos puesto en contacto algunos de tus alumnos, y hemos podido recopilar lo que querríamos decirte en un día como hoy. Y eso es lo que vamos a hacer. Aquí están los mensajes que entre todos hemos juntado, de alumnos de diferentes promociones y de distintos años, algunos de los cuales son de personas que no han podido asistir, pero que están presentes a través de sus palabras.
"No sé si podré ir, pero por lo menos, con estas palabras estaré allí en alma. ¡Cómo olvidar a mi profe Manolo, como él quería que le llamásemos! Ni "Don", ni "Señor"... simplemente, Manolo. Eso le hacía grande, muy grande como persona y, cómo no, como PROFESOR (con mayúsculas).
Recuerdo esos enfados en silencio, que, mirándonos con esas gafas a medio camino entre la nariz y los ojos, sin decirnos nada, nos decía todo: para mandarnos callar y que estuviéramos en silencio, para que atendiéramos a la explicación... bueno, ya sabéis, en todos los momentos que da de sí una clase, que seguramente, muchos de vosotros conocéis, porque estáis en el gremio."
"Yo recuerdo con cariño detalles como cuando nos llamaba al piano para cantar, diciendo: "¡Vamos, muchachos!", o los hoyuelos que se le hacían cuando se reía de algo. También las largas charlas en las que nos contaba cómo sería la vida laboral, y nos decía: "¡La vida es dura, muchachos!", o cuando entrábamos a coro, y él ya estaba tocando al piano algunas piezas de Chopin, o zarzuelas, o música de piano-café... ¡con un montón de séptimas y novenas en los acordes! (Esa forma de tocar era muy, muy Manolo).
También recuerdo las historias que nos contaba de cuando al principio de todo fue maestro, y luego tocaba por las noches; la gran importancia de lo popular y lo folclórico, de buscar las raíces de la música en Castilla - La Mancha y en Toledo...
Sobre todo agradezco que haya sido "tan realista", por así decirlo, con nosotros, haciéndonos ver que la vida real no sería tan fácil como entonces nos parecía."
"Manolo me hizo descubrir el por qué de la música: ¡todo el solfeo que había aprendido de niña tenía un sentido, un por qué, una lógica! Pero, sobre todo, me hizo descubrir que la música tenía un "para qué" y un fin, y que en mis manos estaba el saber utilizarla de manera correcta y el poder transmitirla para que se disfrutara con ella.
Todos los años enseño en tercero de Primaria "Soy capitán" y "Soy la Reina de los Mares", y cada vez que lo hago me acuerdo de Manolo, y pienso que le encantaría ver a mis alumnos disfrutar con estas canciones, y que no puedo dejar de enseñarlas jamás... porque ¡dejaría de serle fiel!
Me gustaban sus charlas, aunque he de reconocer que a veces me asustaban... Sentía que nos hablaba desde el corazón y, sobre todo, para la vida"
"Gracias a Manolo nos ocurre una cosa muy graciosa a casi todos, estoy seguro... Cuando conoces a gente de promociones anteriores, ya sean siete o incluso diez promociones, siempre pasa eso de... "Ah! ¿Eres de música? ¿Te acuerdas con Manolo de... Do Si Do La Sol Do Mi...?" y todos, todos, aunque hayan pasado muchísimos años, recordamos de memoria sus ejercicios melódicos, por lo difíciles que eran, y lo que nos costó aprenderlos, como el de... SIb MIb MIb MIb MIb, SIb MIb SOL SOL SOL SOL, MIb SOL SIb DO SIb LAb SOL FA SOL MIb MIb MIb...
Y algo muy curioso que también me ocurre es cuando oigo a algún compañero (profesor) dar la entrada de una canción a los alumnos diciendo "una, dos y tres". ¡Dios mío! Yo cierro los ojos y pienso... si le viera Manolo..."
"Manolo nos contagió totalmente ese afán suyo por ser buenos maestros, nos enseñó a implicarnos en y con nuestro trabajo y, creo que lo más importante de todo: realmente nos convenció de que el ser maestros de música es una labor difícil, pero que logra en los alumnos conocimientos de todo tipo que no pueden obtenerse de ninguna otra manera.
Me hizo valorar muchísimo mi trabajo y estar orgullosa de realizarlo. Deseo de todo corazón que no cambie nunca y que la sinfonía que empezó a componer cuando decidió dedicarse a la música, no llegue a su fin, aunque su camino en la enseñanza termine aquí.
Somos muchos los que queremos desear a nuestro profesor que disfrute de su jubilación, que se la ha ganado a pulso, y que nos lleve en el corazón como nosotros le llevamos a él."
Gracias, Manolo, por tantos años de dedicación exclusiva a la música, a la formación de maestros, por tu lucha para que la educación musical ocupe en los colegios el lugar que se merece. A partir de ahora nos toca a nosotros coger las riendas y continuar dejando en los alumnos, no solo nuestra huella, sino también la tuya a través de todo lo que nos has enseñado.
GRACIAS POR TODO.
Jesús Alberto Luna Magán. Primera promoción de Magisterio, especialidad de Educación Musical (1992 - 1995). 20 de mayo de 2012.
Fotografía, cortesía de Alejandro Mora García - Page