En primer lugar, agradecer la iniciativa de crear una revista online destinada a recoger las experiencias de los individuos que tienen la oportunidad de vivir el Erasmus, en este caso en la zona del Algarve, en Portugal.
Estudio Periodismo en la UCLM, y lo que me ha traído hasta aquí ha sido Lisboa, ciudad en la que viví de septiembre de 2013 a enero de 2014.
Como Revista destinada a la zona del Algarve portugués, mi idea es presentaros un poco la capital portuguesa, ese rincón en el que descansa la desembocadura del Tajo.
En la vida hay cosas que llegan por casualidad. Existen días en los que creemos en Dios y en los milagros, al igual que hay otros en los que confiamos en el destino y el azar.
Lisboa fue esa fusión perfecta de aquello que se nos escapa de las manos; de las decisiones que no dependen de nosotros. Lisboa fue mi destino asignado para disfrutar de la beca Erasmus.
Llegué a Lisboa hace 8 meses sabiendo poco más que situarla en el mapa, con dos bultos, una mochila a la espalda y la ilusión del que va a ver un rincón del mundo desconocido para sus ojos. Fue un tiempo en el que aprender a echar de menos, a añorar todo aquello que dejas atrás, a valorar más que nunca los pequeños detalles que hasta entonces pudieran pasar desapercibidos.
Si tuviera que hacer una breve descripción de mi experiencia, me quedaría con cambiar ese adjetivo de vecino a AMIGO. Portugal es un amigo que nos tiende su mano y su honestidad a todo el que decide vivir un tiempo la luz de sus días.
"España y Portugal son como dos hermanos siameses unidos por la espalda que miran cada uno para su lado". Esta definición me valdría para explicar la que es, desde mi punto de vista, la realidad entre estos dos territorios de la Península Ibérica.
Lisboa es una ciudad histórica, 400 años más antigua que Roma, que tiene mucho que contar y mostrar a los ojos que sin parpadear la contemplan.
Una ciudad que tiene por banda sonora la dulce e inconfundible melodía de un fado, sabe a pastel de Belém una tarde fría de invierno, viaja en tranvía, le encanta el bacalao, descansa en la desembocadura del Tajo y aún así huele a mar.
Lisboa fue el escenario de la Revolución de los Claveles (Revolução dos Cravos) en 1974, levantamiento que pondría fin a décadas de dictadura y opresión.
Lisboa es un viaje en la línea 28, el tranvía más popular de la ciudad.
Una de las sedes mundiales del graffiti callejero, que empezó siendo considerado ilegal en la ciudad, hasta que el mismo Ayuntamiento, testigo de las auténticas obras de arte que se realizaban, decidió habilitar zonas urbanas destinadas únicamente a esta manera de decorar y enseñar a través de las paredes.
Lisboa es metro, con todas y cada una de las distintas líneas y paradas que no dejarán indiferente a nadie. Junto con Oporto, son las dos únicas ciudades del país que tienen transporte subterráneo. En el caso de Lisboa, la parada de metro de Olaias, por ejemplo, diseñada para la Expo del 98, está considerada como una obra de arte moderno, insertada en la lista de las doce estaciones de metro más impresionantes de Europa, según un artículo publicado en la CNN el pasado mes de febrero.
Lisboa es Belém, su barrio más periférico y simbólico, en el que se encuentra el monasterio de los Jerónimos, la Torre de Belém, el Monumento a los Descubridores, la pastelería de los pastéis de belém y múltiples museos.
Lisboa es Alfama, sede del fado en la capital. Numerosos clubes y casas de fado se encuentran en este histórico barrio lisboeta, en el que se puede ir a cenar y escuchar fado en la que es la cuna de esta música patrimonio inmaterial de la humanidad.
Lisboa es la Baixa, y sus innumerables librerías, cafeterías y pastelerías, que hacen las delicias, nunca mejor dicho, de cualquiera.
Lisboa es Bairro Alto, su noche, su ambiente nocturno, su luz.
Lisboa es el Puente 25 de Abril, pero también el de Vasco da Gama.
Lisboa es Sintra, Cascais, Carcavelos, o Estoril. Lisboa es Portugal, y os invito a todos a conocerlo.
Fuente de las imágenes: Propia
Cynthia Álvarez Rubio