Las emociones se perciben a través de los sentidos, creándose sensaciones que perduran a lo largo del tiempo permaneciendo en nuestra memoria. El olor es uno de los sentidos que habitualmente más recuerdos nos traen y es el sentido que percibe mayor proporción incluso que el gusto de aquel plato que más nos gustaba en la infancia porque le atribuíamos un significado sentimental.
En definitiva, el olfato nos permite retrotraernos a un espacio temporal que nos recuerda a personas, lugares o situaciones especiales para nosotros. Este sentido es el único que no viaja por la espina dorsal y se transmite directamente a nuestro cerebro. Podemos decir que el recuerdo de los olores varía de persona a persona y además está condicionado por aspectos culturales, emocionales y genéticos".
Afirman los expertos que los olores percibidos durante la infancia pueden provocar reacciones positivas o adversas. Laura López-Mascara que comenta que "durante la infancia vivimos la vida de una forma mucho más emocional y eso contribuye a grabar con más fuerza los recuerdos, las sensaciones, los olores o los sabores. A medida que crecemos y dominamos con más seguridad nuestro entorno el nivel de emocionalidad va decayendo y, por tanto, también decae nuestra capacidad para grabar situaciones en nuestra memoria. Pero basta una descarga emocional fuerte para que recuperemos de golpe cualquier situación (Memoria Episódica)".
Por tanto, para mí, ¡Educar en los sentidos, es educar con sentido!.
Judith Guerrero Pérez (2º Magisterio EI).
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