domingo, 7 de abril de 2019

¿Por qué una Educación para todos?

Mi formación comenzó hace 16 años, exactamente, con 10 años.


Irónico que una persona pueda comenzar a formarse siendo tan niña, y, paradójicamente, mi trabajo. Un familiar tremendamente cercano fue el que provocó esa necesidad de ayuda, ya no solo a él mismo, sino a todos los que rodeaba.

Permitidme que os tutee, ya que quizá no entenderéis a qué me refiero, por lo que me siento en la oblicación de contar la experiencia como si fuese la vuestra.

Mi primo, casi mi gemelo ya que nos llevábamos unos días de diferencia, aunque, si me permitís, prefiero decir que solo nos llevamos, en presente.

Él fue mi compañero de juego siendo niños, pero un terrible día, me quedé sin compañero. A la edad de 4 años, y en cuestión de segundos pasó de ser un niño terriblemente activo, a tener parálisis cerebral profunda.

Es ahí cuando comenzó el verdadero aprendizaje. Lo primero, aceptar el por qué y a partir de ahí, el laborioso y duro camino por el que fuimos  durante 11 años.

Mi pregunta es la siguiente: ¿Por qué una Educación Inclusiva?

Lo primero de todo, porque todos merecemos una educación, independientemente de si tienes o no discapacidad. Esa educación es la que apoya incondicionalmente a esos padres perdidos,  proporcionándole diversas herramientas durante el largo viaje, llamado vida.

A su vez, el docente; que tiene la inmensa y bonita labor de aportar confianza, conocimientos y sobre todo, cariño a todos los alumnos.

Se nos olvida en muchas ocasiones que una persona con discapacidad siente exactamente lo mismo que nosotros, sufre de igual manera. Debemos romper estigmas que nos aprisionan, bueno, les aprisionan en una situación que no merecen.

En definitiva, sí a una Educación Inclusiva por el simple derecho de recibir una educación óptima, por apoyar a todas aquellas familias que están desorientadas, y,  por la necesidad de romper estigmas, desde los centros escolares.


Recuerdo la leve sonrisa que se le dibujaba a mi primo con un chiste pésimo, o con un simple estornudo.

Me formé en Integración Social pero, rápidamente me di cuenta que necesitaba más, necesitaba estar con los más peques de la sociedad, para, de algún modo aportar mi ilusión. Estoy completamente convencida que en un futuro, me enseñarán ellos mucho más que yo.

En definitiva, estoy enormemente agradecida por él, porque me enseñó y porque me reafirmo cada día que es la formación más bonita que voy a poder recibir.

He de mencionar la increíble labor que desarrolló Asprona, no solo con mi primo, sino con cada uno de los niños y familiares que asistían a la asociación.

Imagino, que en un futuro, esto será parte de un avance en la educación.
Ojalá y cada docente fuese como María.


María Iglesias De La Cruz
Primero de Educación Infantil, Facultad de Educación de Toledo

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