La expansión de las nuevas tecnologías ha impregnado cada uno de los ámbitos de la sociedad, incluyendo por supuesto el de la educación. En la actualidad el tema de si deben o no dejarse de usar los libros de texto en la escuela es un asunto que crea controversia y opiniones dispares entre las personas. Las tecnologías han llegado a nosotros para quedarse y el deber de la educación es adaptarse a las nuevas necesidades que surjan en la población, derivadas de las transformaciones que se vayan produciendo en ella.
Desde mi punto de vista, es necesario por tanto que los dispositivos y herramientas digitales se integren en las aulas y pasen a formar parte del material escolar del alumnado, como otro recurso educativo más que les permita favorecer la integración de aprendizajes.
Por un lado, creo que, si se dejasen de utilizar libros de texto, supondría a la larga un gran ahorro económico, ya que, como todos sabemos, los libros escolares cuestan mucho dinero y eso puede llegar a suponer un gran gasto para muchas familias que no puedan permitírselo, además, los niños dejarían de cargar con tanto peso en la espalda. Por otra parte, existen en la actualidad muchos centros educativos (ChangeMaker) que trabajan a través de proyectos innovadores en los cuales se ha descartado el uso del libro de texto, ya que el aprendizaje a través de medios digitales permite favorecer el aprendizaje autónomo y colaborativo, provocando un incremento de la motivación e interés por parte del alumnado y posibilitando a los docentes brindar una enseñanza que se adapte al contexto y a las necesidades concretas de cada aula, sin necesidad de tener que regirse obligatoriamente por las actividades y contenidos que se indiquen en el libro de texto.
Quizás el problema no sea en sí los libros, sino más bien lo que simbolizan. Creo que muchos docentes son los culpables de que se asocie el libro de texto a un aprendizaje más tradicional, basado en un aprendizaje memorístico a través de instrucciones y la transmisión de conocimientos al alumnado, al que se le otorga un rol pasivo en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Han conseguido que se construya una rutina en torno al libro de texto en el que las clases se basaban únicamente en impartir una clase magistral, que los niños escuchasen y después se pasasen el resto del tiempo haciendo actividades del libro. Por el contrario, el uso de medios digitales posibilita un aprendizaje dinámico en el que el niño ocupa un rol activo en el que se requiere su participación.
En conclusión, quizás no sea necesario radicalizar con la completa desaparición del libro de texto, pero sí que hay que percibirlo como una herramienta educativa más, no como la única que existe.
Julia Alberca Sánchez-Carrillejo
Email: julia.alberca@alu.uclm.es
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