El otro día, me encontré en una de mis redes sociales una imagen, en la cual solamente aparecía una frase que me llamó realmente la atención y con la que estoy totalmente de acuerdo.
Por ello quiero participar en la Revista Digital "El Recreo" hablando de este tema. La frase que encontré fue la siguiente:
"Las cosas fueron hechas para ser usadas y las personas para ser amadas. La razón por la que el mundo está en caos es porque las personas están siendo usadas y las cosas amadas"
Como he dicho anteriormente, estoy totalmente de acuerdo con esta frase porque se debe educar para lo humano, es decir, ser educado en valores, ya no sólo a niños y niñas, sino también a nosotros mismos...
Es algo fundamental tener y tomar conciencia de algo tan universal como son los valores humanos, ya que son importantes y necesarios para una buena convivencia familiar y social.
Ahora bien, hay que tener cuidado y no confundir que el VALOR NO ES LO MISMO QUE EL PRECIO. Digo esto, porque si llegamos a tomar consciencia del significado real de la frase del principio de esta entrada, podemos empezar a dar pasos en nuestra propia educación, cuestionándonos qué es lo que valoramos en realidad y cuáles son nuestras prioridades:
UNA CASA ¿Nos gusta porque es grande, está decorada con un gusto y económicamente está valorada con un precio elevado en el mercado, o el motivo por el que nos gusta es porque es UN HOGAR en el que compartimos vivencias con las personas que más queremos?
EL COCHE ¿Lo necesitamos porque es potente, moderno, asientos de cuero… o porque es nuestro medio de transporte que nos permite desplazarnos al trabajo, al colegio, a la compra...?
UN TÍTULO UNIVERSITARIO ¿Lo obtenemos porque da prestigio social o porque sienta la base de un futuro en el que siempre se va a seguir aprendiendo para continuar mejorando?
UN TRABAJO ¿Lo ejecutamos porque podemos obtener un sueldo o porque desempeñamos nuestras habilidades, destrezas y talento para seguir teniendo "sensación de ser útil"?
Con todo lo anteriormente comentado, me gustaría concluir que no debemos olvidar ni confundir el "valor" real de las cosas con el "precio" que tengan en un momento determinado. Porque todo lo que nos rodea en la vida tiene valor y si nos paramos a pensar, muy pocas cosas tienen precio.
Paloma Ocaña Martín
2º Magisterio Infanti