El patrón educativo que cada padre establece con su hijo, produce consecuencias evolutivas para el desarrollo socio-emocional del niño. Es cierto que no todos los niños se comportan igual, y a pesar de ser niños, tienen su propia personalidad que poco a poco van formando y que por supuesto no podemos anular.
Esto es lo que sucede con los padres autoritarios. Por diversas razones no justificables (repetición del modelo autoritario de sus padres, estrés, problemas personales…), el comportamiento de estos padres con sus hijos se convierte en ocasiones en un infierno para ellos.
Los padres autoritarios basan la educación de sus hijos en dos principios fundamentales; las exigencias extremas, y la imposición absoluta e irrevocable. Estos padres ordenan e imponen tareas y castigos a sus hijos sin ningún argumento. La comunicación entre padre e hijo es nula, la razón siempre la lleva la figura del padre acabando sus argumentos con frases como “porque lo digo yo porque soy tu padre”, o “porque lo digo yo y bien dicho está”. En ningún momento se tienen en cuenta las opiniones o sentimientos del niño, simplemente este debe callar y acatar las normas de su padre autoritario de la mejor manera y lo antes posible, para no enfadarle ni oírle gritar.
Como antes he dicho la comunicación entre padre e hijo es nula, estos niños se vuelven sumisos y obedientes ante las imposiciones de sus padres aunque no estén de acuerdo. En ocasiones debido a tanta imposición estos niños no son capaces de crear su propia opinión personal, y mucho menos defenderla, no tienen la capacidad crítica, porque nunca se les ha dejado expresarse. No muestran sus sentimientos ni sus deseos, manifestando una infelicidad generalizada marcada por el miedo que su padre autoritario crea en el ambiente.
Los niños de padres autoritarios tienen poca autoestima, y escasa o nula iniciativa, ya que en el momento de su desarrollo estos padres cortan todo lo que no esté en sus intereses.
A consecuencia de todo esto, los niños, acostumbrados a acatar órdenes impuestas e irrevocables, se acostumbran y acaban dependiendo de los demás, no aprenden a decidir por sí mismos, porque para ellos no existe su propia opinión, y acaban por no saber lo que está bien o lo que está mal. Para hacer cualquier cosa, mínima que sea, deberán preguntar, esperar el permiso, o hacerlo si le parece bien a papá…
MARTA HITA RODRÍGUEZ
2º A MAGISTERIO E.PRIMARIA curso 2015/2016