Todos sabemos que en la escuela, los contenidos que se aprenden están basados en un libro de texto. El profesor utiliza el libro de texto como la única herramienta de trabajo, aunque no siempre es la correcta.
Los libros disponen de numerosos temas en los que se explican los contenidos que son propios para cada edad del niño. Es una herramienta útil para aprender lo que nos rodea, pero no la única. Basarnos en una educación en la que sólo se usa esta herramienta, no es una educación completa.
Desde el marxismo, se ha estado discutiendo sobre la díada teoría y práctica. Esta polémica depende del ámbito en el que se desarrolle, pero eso no impida que no exista. Ya en la antigüedad, Santo Tomás de Aquino planteó Intellectus specullativus extensione fit practicus, lo que significa que la extensión de la teoría, por muy simple que sea, se convierte en práctica.
A veces es difícil ponerse en una posición intermedia, por lo que se tiende defender la teoría o la práctica desde puntos de vista muy extremos. Existen muchos sistemas educativos, que por desconocimiento o por otros factores, utilizan únicamente la teoría o por el contrario siempre están con la parte práctica. No quiero menospreciar ningún tipo con esto, sólo quiero decir que esto puede ser contraproducente para el alumno, ya que puede saberse muy bien los conceptos pero no saber aplicarlos en la realidad, o saber aplicarlos sin ni siquiera saber qué es lo que está haciendo. Las ideas extremistas son parciales porque desconocen los aspectos contrarios que podrían complementar sus ideas.
Los niños si no practican lo que hacen, se les olvida. Para afianzar los contenidos es necesario asimilarlos correctamente y, sobre todo en los niños, ver su aplicación en la realidad. Al utilizar en la vida diaria lo que el profesor o profesora les explica, les ayuda a entender para qué se ha estudiado esa materia y su utilidad. El método de estudiar del libro y demostrar lo que se ha aprendido mediante un examen, no nos indica si ese niño lo sabe de verdad o se lo ha aprendido de memoria para aprobar un examen.
En una escuela de Villacañas, se han llevado los contenidos de una clase de Lenguaje Musical a los escenarios. Puedo hablar de esta experiencia porque la he visto y vivido. En 2004 surgió la idea de realizar una obra mediante la utilización del cuerpo, es decir, realizando lo que denominamos Percusión Corporal. En esta obra se podía ver cómo las figuras que aparecían en los libros de lenguaje musical, su duración y sus combinaciones con otras figuras se convertían en ritmos, que los propios alumnos realizaban con sus cuerpos. Además, a este proceso se le sumaba la cooperación con otras 16 voces, en las que había uno o dos niños por cada voz y con los que tenían que oordinarse para construir la partitura.
Niños de entre 10-20 años trabajan juntos, codo con codo, para realizar los ritmos, ayudándose mutuamente y configurando la escenografía. Todo este proceso de estudio de clase y aplicación mediante esta práctica, les ha permitido mostrar en lugares de España como Barcelona, Cantabria, Villacañas y Toledo, entre otras localidades, su trabajo, mostrando que la teoría y la práctica van unidas y que una no puede ir sin la otra.
Como dijo Confuncio Saber que se sabe lo que se sabe y que no se sabe lo que no se sabe: he aquí el verdadero saber. Es necesario saber nuestras debilidades y reconocerlas para poder solucionarlas. De este modo, no podemos ignorar la problemática de esta doble dimensión en la que se encuentra la educación. El docente debe encontrar un punto de encuentro entre ambas teorías y mirar siempre por el bien del alumno. Su fin debe ser enseñar al alumno, y si por ello tiene que renovarse y usar otras técnicas, lo deberá hacer.
Alba Gema Novillo Romero
2º A Grado en Educación Primaria
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imagen extraída de antoniodomingo.es