A partir del propio nombre del concepto intuimos que recoge un significado peyorativo. El término al que hago alusión se refiere a la diferencia, discriminación o desigualdad existente entre las personas que tienen acceso a las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación y aquellas que carecen de su conocimiento y/o posibilidad de utilización real. Esto se debe a diversos factores, principalmente de índole político-económico y se puede encontrar en cualquier parte del mundo, afectando en mayor medida a aquellos territorios afectados por altos índices de pobreza como, por ejemplo, países africanos como Etiopía, Níger o Burkina Faso, así como países de América Central y del sur de América.
Dentro de un mismo territorio estatal considerado como país emergente o desarrollado también podemos constatar la existencia de esta desigualdad en el uso y conocimiento de las tecnologías de la información y comunicación ya que se trata de un impedimento que, como en casi todo en esta vida, tiene matices y grados de severidad. Algunos de los que estéis leyéndome os podéis imaginar de que os hablo, ¿verdad? ¿O acaso nadie ha tenido problemas de conexión a Internet en algún momento? ¿O ha tenido que estar sin ordenador / teléfono móvil un tiempo hasta que la situación económica haya propiciado la adquisición de uno nuevo? ¿O ha acudido a una biblioteca para realizar algún trabajo académico y se ha encontrado con este lugar cerrado? Seguro que os ha pasado algo parecido o conocéis a alguien que se identifique con estos interrogantes. A mí, por ejemplo, me han ocurrido los tres al mismo tiempo: que en mi casa fallara la red inalámbrica conocida popularmente como Wi-Fi durante varios días, que el único ordenador que había en ese momento se estropeara y que la biblioteca del pueblo en el que vivo estuviera cerrada. La solución fue ir a otra biblioteca de otro municipio para poder realizar la búsqueda de información. Pero...¿qué ocurre cuándo esta situación se da de forma permanente a lo largo del tiempo sin soluciones a la vista? Pues que esas personas viven al margen de la integración tecnológica y, por lo tanto, carecen de numerosos recursos que les faciliten diferentes funciones necesarias para el día a día apareciendo el término de brecha digital. Ya que, como hemos analizado con Ricardo, nuestro profesor de Pedagogía, Internet tiene numerosas ventajas que facilitan la vida a los seres humanos. Una de ellas es la búsqueda de empleo. Pero cuando hablamos de brecha digital abarcamos más medios tecnológicos aunque nos refiramos siempre a Internet como el principal agente influyente.
Antes de adentrarme a analizar el "Proyecto Agujero en la Pared" quiero que echéis un vistazo a esta fotografía para que observéis cómo en países con un alto índice de pobreza y una marcada brecha digital, como es el caso de Cuba, podemos encontrar pequeños lugares que ofrecen servicios tecnológicos de una forma rudimentaria quizás para los acostumbrados a la tecnología puntera pero que, al fin y al cabo, llegan a cumplir su función: la de facilitar la vida a sus usuarios/as.
"Ciber-café de La Habana, Cuba"
Fernando Ravsberg (2015)
Ahora sí, adentrándonos en el análisis sobre el proyecto mencionado en primer lugar es necesario que pinchéis en el siguiente vídeo y dediquéis unos minutos de vuestra vida para verlo:
Cómo habéis visto, este científico indio realizó un estudio para comprobar cómo los medios condicionan el desempeño o la construcción del conocimiento en el ser humano. En concreto, el estudio iba dirigido a niños escolarizados en barrios pobres de la India. A partir de la colocación de ordenadores detrás de las paredes se pretendía comprobar si estos escolares que vivían de forma precaria eran capaces de interesarse y aprender a utilizar este elemento tecnológico. El experimento fue un éxito. De esta manera, los niños fueron totalmente hábiles para utilizar diferentes programas, realizar búsquedas por Internet o simplemente, manejar la computadora por sí mismos, sin contar con la ayuda de adultos o terceras personas, ya que se ayudaban entre ellos. La moraleja de la historia es que la tecnología no entiende de clases sociales y es necesaria para construir el proceso de enseñanza-aprendizaje de todas las personas, indistintamente de las circunstancias que le rodeen.
¿Qué os parece el estudio? Yo pienso que, como futuros maestros que somos, debemos ser conscientes de la importancia que tiene la posibilidad de integrar las TIC en la escuela y que todos los alumnos puedan acceder a estas herramientas, ya que forman parte de nuestra nueva forma de vida.
Ana Belén Pérez Egido
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