La brecha digital se refiere a las numerosas desigualdades que surgen en el acceso, uso o impacto de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) entre grupos sociales. Estos grupos se identifican por criterios económicos, geográficos, de género, de edad o culturales. Entre los diferentes tipos de brechas digitales que existen, la brecha de acceso digital es la más común, refiriéndose a la posibilidad que tienen las personas de acceder a este recurso. Aquí entran en juego las diferencias socioeconómicas entre personas y países.
Otra de las brechas digitales más comunes es la brecha de uso, que se refiere a la falta de habilidades digitales que dificulta el uso de la tecnología. Según la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), el organismo especializado de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a fines de 2019 resalta que más de la mitad de la población en 40 países no sabía cómo adjuntar archivos a los correos electrónicos, por ejemplo.
Aunque es cierto que la pandemia ha exacerbado los problemas, incluida la brecha digital existente, debido a que las comunicaciones y la tecnología ayudan a reducir el aislamiento y la soledad innecesaria, según Joaquín Pérez.
Por otro lado, cabe destacar la obligación de resaltar la necesidad de que los dispositivos fueran accesibles para todos, pero también que tuvieran conectividad y habilidades técnicas para usarlos.
Es más, según los datos recabados, destacamos que el el 63,8% de los hogares no dispone de ordenador y el 46,6% no tiene contratado ningún servicio de internet, es por ello, por lo que esta falta de herramientas conlleva a que muchas personas no puedan acceder a diferentes plataformas o recursos.
La falta de competencia digital conlleva al alumnado a la dificultad tanto para ellos, como para las familias a realizar numerosos tramites y gestiones relacionadas con el ámbito escolar.
A pesar de la adopción generalizada de las nuevas tecnologías e Internet en los centros educativos de los países desarrollados (Livingstone y Helsper, 2007), persisten las diferencias en las habilidades digitales entre los estudiantes (Hatlevik y Chrstophersen, 2013). Este es el caso de España, donde el nivel de dotación tecnológica del centro es relativamente alto (Comisión Europea, 2013). De hecho, el nivel actual de infraestructura tecnológica en los centros educativos no tiene un impacto significativo en el nivel de competencias digitales de los estudiantes españoles. Sin embargo, otras variables escolares, como los efectos de los compañeros y profesores, sí tuvieron efectos significativos. Los compañeros y docentes juegan un papel relevante en la adquisición de competencias digitales, ya sea a través de la difusión del conocimiento o como fuente de ayuda para abordar los desafíos y problemas que puedan surgir en las interacciones de los estudiantes con las TIC.
En mi opinión, como bien se dice en el párrafo anterior, los adolescentes o personas jóvenes y con conocimientos acerca de las nuevas tecnologías, tenemos la responsabilidad de que el uso de estas sea posible para todos los ciudadanos, conociendo así, los diferentes recursos que existen actualmente y su utilización, aunque sea de forma básica y sencilla. Para ello, considero que la solución a este factor de conocimiento tecnológico es la creación de talleres o cursos gratuitos para todos los adultos mayores, que presenten dificultades de uso frente a esta herramienta, de esta manera, conseguiremos que toda la sociedad, se adapte a estas nuevas tecnologías.
Os muestro un resumen sobre lo que se considera brecha digital:
María López Martín,
2º de Educación Primaria A en la Facultad de Educación de Toledo
REFERENCIAS: