Por Purificación Cruz Cruz vía Ciberimaginario.
La escuela es un lugar privilegiado de enseñanzas, aprendizajes, crecimiento e interrelaciones, es el escenario propicio para desarrollar el conocimiento científico de nuestro alumnado. Enseñar ciencias desde las primeras etapas educativas es vital: es una manera de mirar el mundo y de pensar en él (Sanmartí, 2011).
Todos los docentes tenemos el privilegio y el deber de iniciar a nuestros alumnos en el desarrollo científico, imprescindible para interpretar y comunicar todo lo que le rodea, iniciando, incluso, el espíritu crítico, participativo, activo y concluyente para una sociedad en evolución.
“Formular hipótesis consiste en ayudar a los alumnos a comprender y a considerar la variedad de posibilidades con que se tropieza en la resolución de un problema” (Caravaca, 2010 ). En Educación Infantil contamos con diversas metodologías de trabajo que nos ayudan a considerar dichas hipótesis como un juego de investigación donde las habilidades cognitivas y la experiencia manipulativa dan respuesta a la solución de un problema y a la búsqueda de explicaciones. Nos referimos a metodologías como el trabajo por proyectos, el constructivismo, trabajo por inteligencias múltiples….donde el denominador común es que el auténtico protagonista del proceso de enseñanza- aprendizaje es el alumno. Y es en la etapa de Educación Infantil donde este paradigma deja de ser una utopía para convertirse en una realidad en el aula. Porque como dice Tonucci ( 1996) “sostendremos la hipótesis de que los niños desde pequeños van construyendo teorías explicativas de la realidad de un modo similar al que utilizan los científicos”.
El verdadero aprendizaje consiste siempre en ensayar y errar. Proceso que debemos emprender siempre con el mayor grado de actividad de que seamos capaces. (Popper)
Presentamos una experiencia didáctica de un centro educativo de Toledo capital, Colegio Nuestra Señora de los infantes, con alumnado del segundo nivel del segundo ciclo de educación infantil, donde con ayuda de las familias, los alumnos se convierten en “pequeños investigadores”. Partiendo de principios didácticos como el trabajo colaborativo, la investigación en la acción, el enfoque globalizador, aprendizaje significativo y funcional, el juego como recurso y por supuesto el protagonismo de nuestro alumnado.
El objetivo principal es desarrollar una escuela viva y activa donde los niños puedan jugar, dramatizar y expresarse de forma nueva y variada sobre un tema concreto, que han elegido con su familia según sus intereses personales, y que han estado investigando, desarrollando y creando material para llevar al aula.
La intervención docente consiste en:
Intervención docente. Fuente: Elaboración propia.
Hagamos que sea Elisa quien nos cuente, a modo de ejemplo, cómo se llevó a cabo todo el proceso:
“En septiembre la seño Elena contó a los papás que durante todo el curso nos íbamos a convertir en investigadores y científicos. A nosotros la idea nos parecía genial y además podíamos elegir el tema para investigar y ser los que enseñáramos a nuestros compañeros todo lo que habíamos aprendido. A mí me tocaría la última semana de noviembre, el mes del otoño. Pero…¿qué tema podría elegir? Pensé en las princesas, pero de eso sabía mucho, también pensé en el reciclado que nos lo había explicado la seño y me pareció muy interesante… pero al final decidí, con mi papá, estudiar las conchas y caracolas del fondo del mar, pues en verano cojo muchas de la playa y a mi papá le gusta coleccionar fósiles y conchas. Genial, pero ¿por dónde empezamos? Ahhhh ya, un buen investigador se hace muchas preguntas: – qué es una concha, – dónde viven, – qué comen,- cómo son, -para que sirven… Y mis papás, e incluso mis hermanas me ayudaron a buscar toda la información. Incluso me asusté cuando descubrí que dentro de algunas conchas viven unos gusanos feísimos. Buscamos muchos tipos, hicimos una colección, en internet encontramos miles de fotos y mi papá me dejó coger algunas de su colección.
Cuando se acercaba la fecha de llevar todo al cole, mi mamá me ayudó a hacer un juego super chulo para ponerlo en la pizarra digital de clase y que mis compañeros aprendieran mucho, mi papá me metió todo en una caja e incluso hicimos un collar para cada compañero (ahí aprendí lo duras que son las conchas y lo difícil que es atravesarlas para meter el hilo).
Elisa mostrando un juego, con apoyo de la PDI, creado por su familia. Fuente: Elaboración propia.
También tengo que contaros un secreto: Es mentira que se oigan las olas del mar, no se oye nada, sólo ruido. Mi madre dijo que se cumplía la hipótesis nula, pero yo no lo entendí.
Elisa comprueba la hipótesis “a través de las caracolas se oyen las olas del mar”. Fuente: Elaboración propia.
El día de la exposición conté todo lo que sabía sobre el tema y mis compañeros me escucharon en silencio, vieron vídeos, jugaron con la pizarra digital, tocaron las conchas y les encantó el regalo del collar. La seño Elena, durante toda la semana, siguió contándonos cosas sobre el fondo del mar, aprendimos canciones, hicimos experimentos y fue muy divertido.
Elisa mostrando a sus compañeros diversos elementos que se encuentran en el fondo del mar. Fuente: Elaboración propia.
Ahora tengo algunos años más, pero sigo investigando sobre todo lo que podemos encontrar en el fondo marino, sigo coleccionando conchas, estrellas de mar, caracolas… mi padre y yo ya tenemos más de 500 diferentes. Y nunca nos cansamos de aprender nuevas cosas.” (Elisa, alumna del C. Nuestra Señora de los Infantes)
REFERENCIAS
- Caravaca, I. (2010). Conocimiento del entorno. Acercamiento infantil al saber científico. Innovación y experiencias educativas. Disponible en https://archivos.csif.es/archivos/andalucia/ensenanza/revistas/csicsif/revista/pdf/Numero_36/INMACULADA_CARAVACA_1.pdf
- Glauert, E.(2008). “La ciencia en los primeros años”. Buenos Aires: Novedades
- Sanmartí, N. (2011). Leer para aprender ciencias. Investigar. Vol. abril, 2-6
- Tonucci, F. (1996). “El niño y la ciencia”. Buenos Aires: Troquel