Hace poco hablábamos en Pedagogía de el "Efecto Pigmalión". Este efecto recibe su nombre de un mito cuyo origen proviene de la mitología griega. Pigmalión, un rey de Chipre que buscaba una mujer para casarse, comenzó a dedicarse a la escultura puesto que no encontraba a la mujer perfecta. Una de las esculturas que él había creado -llamada Galatea- era tan bella que se enamoró profundamente de ella. Posteriormente esta cobró vida mediante la intervención de Afrodita y Pigmalión y Galatea se casaron.
Sin embargo, cuando hablamos de este efecto, lo conocemos como la influencia que una persona puede tener sobre otra, ya sea de manera positiva o negativa. En el ámbito pedagógico, Rosenthal y Jacobson estudian este efecto desde la teoría de la profecía autorrealizada. Esta teoría defiende que los profesores crean unas expectativas sobre sus alumnos y que el trato que dan a la clase difiere según dichas expectativas. Por tanto, aquellos sobre los que se ha creado una predisposición más positiva recibirán un trato especial; los profesores los tratarán como si fueran sus "protegidos". Al prolongarse este trato especial en el tiempo, estos alumnos tendrán un mejor rendimiento académico.
Creo que está bastante claro que, cuando alguien nos hace sentir valorados, nos anima y nos cree capaces de realizar algo, nos potencia a conseguir una meta y nos hace aumentar nuestro rendimiento. O por el contrario, nos desanima y nos supone un palo a nuestra autoestima. Y esto, por supuesto, se lleva también a los aulas.
Os cuento una experiencia personal: durante mi época como alumno, estando en 5º de Educación Primaria, mi habilidad para el inglés era nula. Fueron muchos los recreos que pasé copiando el verbo "to be" y también muchos los exámenes que suspendí. Sin embargo, al empezar 6º curso, cambié de profesora. Esta nueva docente tenía muchas esperanzas puestas en mí pese a que yo tenía bastantes dificultades. Ella me ayudó muchísimo y fomentó en gran medida mi interés por el inglés. Ese curso mis notas incrementaron, llegando al notable en dicha asignatura, cosa que no había conseguido jamás. No obstante, esto no quedó ahí. Fue tal mi interés por el inglés que yo seguí estudiando e interesándome por ello y, al acabar la Secundaria, me gradué con una media de 10. A día de hoy el inglés es fundamental en mi vida, desarrollé interés por el aprendizaje de otros idiomas como francés e incluso me quiero dedicar profesionalmente a la enseñanza de ellos.
Es por esto que creo que, como docentes, tenemos que hacer que nuestros alumnos se sientan motivados y valorados y que sepan que tenemos confianza en sus capacidades puesto que, como me pasó a mí, es impensable el potencial que puede tener cada niño. Sin embargo, también es vital que lo hagamos de manera equitativa y no dejemos a nadie por el camino. No podemos escoger a nuestros "favoritos" y actuar adecuadamente solo con ellos.
Para concluir, os dejo una frase que se atribuye a Albert Einstein:
"Todos somos genios. Pero si juzgas a un pez por su habilidad de trepar árboles, vivirá toda su vida pensando que es un inútil".
David Mora Díaz
2ºA Magisterio de Educación Primaria
david.mora6@alu.uclm.es
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(Imagen recuperada de: https://apsis.es/que-es-el-efecto-pigmalion/)