Desde mi perspectiva, y siendo sincera, creo que no hay una inclusión del 100%, a pesar de lo que realmente me gustaría, ya que creo que es algo esencial en la sociedad de hoy en día. Es más, creo que hay ciertos valores que deberíamos de tenerlos todos ante estas situaciones, ya que todos los niños/as tienen los mismos derechos, y da igual si tienen alguna necesidad educativa especial o bien algún trastorno, no importa, son todos iguales. Sin embargo, y por desgracia, hay gente que no piensa así, y estos pensamientos se lo trasladan a sus hijos.
Digo esto, porque lo he vivido y me ha tocado experimentarlo en primera persona. Aparte de estudiar Magisterio de Educación Infantil, trabajo en una zona infantil/ludoteca con niños/as. Allí, dejan los padres a sus hijos/as para pasar un rato divertido, sin distinción ni exclusión ninguna. Hace un par de semanas, vino Gema, la mama de Lucía, que es una niña que ya había venido un par de veces. Ese día, Gema nos comentó que tenía otro hijo, Hugo, y nos preguntó si había algún problema en que se quedara un rato. Yo no entendía mucho porque nos preguntaba eso, a continuación Gema nos comentó que Hugo nació con una malformación facial y además, tiene síndrome de down, de ahí su pregunta de si había algún problema, ya que necesitaría de alguna persona que estuviera más pendiente de él. Por supuesto la dijimos que sí, sin pensarlo. Creo que todos merecen jugar y que se lo pasen igual de bien.
Hugo estaba encantado, era la primera vez que entraba en un sitio como este, ya que anteriormente en otras ludotecas no le han dejado entrar por su "problema", así nos contó Gema, la respuesta que le daban en las demás ludotecas.
Sin embargo, Hugo, se desenvolvía bastante bien, siempre con la ayuda nuestra como apoyo. En el rato que estuve con él, me llenó de vida, es un niño muy alegre y sobretodo cariñoso, y no solo conmigo, sino con los demás niños también. Es más, los demás niños jugaban con él, y se lo pasaban genial.
Pero mi mayor sorpresa fue cuando vinieron unos padres a dejar a su hijo. Nos levantamos para recibirlos, y observo como el niño al ver a Hugo, empieza a poner cara de asco/miedo, y le hace un gesto a su madre. En el momento en el que la madre vió a Hugo, su cara fue de descomposición, y cogió a su hijo y nos dijo que su hijo no iba a estar en el mismo sitio que "niños como ese", fueron sus palabras. Nosotras, las cuidadoras, nos quedamos sin palabras, y una de mis compañeras la preguntó, que porque decía eso, que aquí tratábamos a todos igual. A esto, ella nos respondió que "ese niño no era para tratarle igual, que si no teníamos ojos para verle". Y con las mismas, la mujer cogió a su hijo y se fueron.
Después de vivir esta situación, me reitero en lo dicho anteriormente, en que la inclusión no está al 100%. Y siento, que si los padres dan estos valores a sus hijos, estas ideas, ellos cuando se encuentren ante algo parecido, reaccionarán igual o peor (si es que se puede) que los propios padres. De ahí, a que luego en las aulas exista acoso o bullying hacia estos niños/as, cuando se debería tratar desde la propia familia como algo normal, puesto que así lo es.
En conclusión, tras esta experiencia comparto que hay que centrarse más en hacer feliz a todos los niños/as, sin distinción ninguna, y enseñar tanto a nuestros hijos/as, como alumnos/as, que todos somos iguales, es decir, educar en valores de igualdad.
IRENE RUBIO SIERRA
2ºMAGISTERIO DE EDUCACIÓN INFANTIL
TOLEDO, UCLM
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