En la sociedad en la que vivimos, los cambios se
suceden cada vez con mayor rapidez. La transformación de las relaciones
sociales dentro del marco de la globalización y la multiculturalidad hace que
la única constante en cualquier situación educativa sea la diversidad. Ante
esta realidad, es difícil e incluso imposible seguir trabajando de acuerdo con
la tradición educativa. La escuela inclusiva se presenta como una respuesta que
no sólo reconoce, sino que además valora, la heterogeneidad del alumnado, al
centrarse en el desarrollo de las potencialidades de cada cual, y no en sus
dificultades.
Es por ello que adquiere un papel fundamental la
formación del profesorado. Son los profesores los que llevarán a cabo los cambios.
En la escuela del siglo XXI el profesorado debe
alentar al alumnado en este proceso, dotarles de puntos de referencia para
comprender el mundo que le rodea y reforzar al mismo tiempo su sentido de
pertenencia a la comunidad. De la reflexión de su práctica educativa surgirán
tanto los cambios metodológicos como culturales, imprescindibles para construir
ese ámbito de inclusión. El centro escolar ha de ser y ocupar ese importante
espacio educativo que le corresponde donde las múltiples formas de la
participación se articulen a través de la convicción de la pertenencia al
género humano.
¿Integración o inclusión?
Incluir e integrar tienen significados muy parecidos desde
el punto de vista semántico pero teniendo en cuenta los movimientos sociales,
inclusión e integración representan filosofías totalmente diferentes, aun
cuando tengan objetivos aparentemente iguales, es decir “la inserción de las
personas con discapacidad en la sociedad”.
La escuela inclusiva se construye sobre la
participación y los acuerdos de todos los agentes educativos que en ella
confluyen. Considera el proceso de aprendizaje del alumnado como la
consecuencia de su inclusión en el centro escolar. Surge de una dimensión
educativa cuyo objetivo se dirige a superar las barreras con las que algunos
alumnos y alumnas se encuentran en el momento de llevar a cabo el recorrido
escolar. Con una escuela inclusiva se trata de lograr el reconocimiento del
derecho que todos tienen tanto a ser reconocidos, como a reconocerse a sí
mismos como miembros de la comunidad educativa a la que pertenecen, cualquiera
que sea su medio social, su cultura de origen, su ideología, el sexo, la etnia
o situaciones personales derivadas de una discapacidad física, intelectual,
sensorial o de la sobredotación intelectual.
En esta escuela que se propone, el desarrollo de la
convivencia se realiza a través del diálogo. Los conflictos se transforman en
una oportunidad para el desarrollo personal y social, porque permite la
aproximación entre los agentes en conflicto y el desarrollo de su aprendizaje.
Podemos establecer algunas de las diferencias entre
integración e inclusión, éstas son:
ESCUELA
INTEGRADORA
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ESCUELA
INCLUSIVA
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Centrada
en el diagnóstico
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Centrada
en la resolución de problemas de colaboración.
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Dirigida a
la : Educación especial (alumnos con n.e.e)
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Dirigida a
la : Educación en general (todos los alumnos)
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Basada en
principios de igualdad y competición
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Basada en
principios de equidad, cooperación y solidaridad (valoración de las
diferencias como oportunidad de enriquecimiento de la sociedad)
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La
inserción es parcial y condicionada
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La
inserción es total e incondicional
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Exige
transformaciones superficiales.
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Exige
rupturas en los sistemas (transformaciones profundas)
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Se centra
en el alumno (se ubica al alumno en programas específicos)
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Se centra
en el aula (apoyo en el aula ordinaria).
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Tiende a
disfrazar las limitaciones para aumentar la posibilidad de inserción.
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No
disfraza las limitaciones, porque ellas son reales.
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