La incorporación de las nuevas tecnologías de comunicación a la vida cotidiana, en concreto Internet, actualiza el debate acerca de las nociones de identidad y de hombre. Lo es cierto que, en el ámbito de los estudios culturales, la categoría identidad ha sido propuesta y desarrollada desde multiplicidad de perspectivas disciplinarias y ha supuesto, en definitiva, un ámbito de investigación sumamente complejo.
Partamos, pues, de la noción de “identidad”. En el diccionario de la Real Academia, ésta es definida como el “conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás; la conciencia que una persona tiene de ser ella misma y distinta a las demás”. La identidad implica y presupone, como es sabido, la presencia del “otro” y el estableciendo de un vínculo relacional de confrontación que permita establecer las diferencias entre el mismo y ese otro.
El concepto moderno de hombre, que ha pervivido durante los dos siglos pasados, establecía una compartimentación entre las categorías del mismo y del otro, de modo que la identidad era absoluta, estable, integrada y sustancial. La existencia efectiva de lo singular y lo diferente precisaba, asimismo, de un emplazamiento espacio-temporal que permitiese establecer los límites de la identidad, creando un orden y una estabilidad propias del modelo socio-cultural del modernismo.
Un modelo tan perfecto y acabado colisionará de forma definitiva con la aparición de los medios de comunicación y de las tecnologías a distancia. La construcción intelectual de la identidad y la alteridad pierde su base más sólida, el emplazamiento físico. Las nuevas formas de telepresencia, las técnicas del simulacro y de la virtualidad permiten complejizar el fenómeno de la identidad, pues difuminan los límites espacio-temporales y, por tanto, la frontera entre el mismo y el otro.
Ahora, las nuevas tecnologías posibilitan una experimentación del tiempo y el espacio diferente a la que hasta el momento habíamos vivido, rompiendo la narrativa lineal de nuestra experiencia y trasladando los mismos y los otros constitutivos de la identidad a no-lugares. Con esta la trasgresión espacio-temporal, nos es posible pensar en el yo como algo alejado de aquellos parámetros de coherencia y estabilidad. La mediación tecnológica que reside en todo acto de relación social y, por tanto, de construcción de la identidad, se muestra llamativamente patente. Dejamos, pues, a un lado la idea de cuerpo humano como límite y reflejo de la unidad y coherencia de la persona que ya no son tal, pues los límites somáticos se difuminan.
En este particular contexto, ¿cómo se construye la identidad? ¿Es Internet un no-lugar donde experimentar y conformar libremente la identidad o es más bien una suerte de universo donde las identidades y las alteridades quedan aniquiladas? En Internet, la tradicional noción de identidad modernista no tiene cabida, y eso es lo único que podemos afirmar con mayor rotundidad, al menos de momento.
Resulta pertinente explicar ciertas características básicas de tres tipos de ambientes en el ciberespacio donde en menor o mayor medida se representan distintos juegos de identidades: Grupos de discusión, Chats y MUDs.
Grupos de discusión. Los grupos de discusión vía Internet son de diversa índole pero coinciden en que están conformados por gente con intereses comunes. Cualquier persona en el grupo de discusión puede enviar un mensaje y éste sería leído y eventualmente discutido por los otros participantes. Los grupos de discusión pueden incluir grupos Usenet, foros, listas de correos y bulletin boards. Se calcula que en la actualidad más de 25 millones de personas alrededor del mundo participan en algún tipo de grupp. Aunque los grupos de discusión aparentan ser fundamentalmente espacios de no ficción, bajo la premisa básica de que cada usuario es quien dice ser, se ha mostrado que con frecuencia tal supuesto no se cumple, provocándose, con la construcción de identidades imaginarias, fenómenos de decepción de la identidad (Donath, 1997).
Chats. Son foros conversacionales altamente usados. Son una combinación de interacción en tiempo real con otras personas, anonimidad y la habilidad de asumir roles tan lejanos o cercanos al yo real como uno elija.
MUDs. Los MUDs (Multi-user dungeons) tienen sus orígenes en los juegos de aventuras de dragones y calabozos. Los MUDs refieren a espacios virtuales sociales, que existen dentro de una máquina. Los muds son un contexto magnífico para la construcción y reconstrucción de la identidad, también son un excelente marco para reflejar nuestras anteriores nociones o deseos de identidad.
En el mundo físico existe una inherente unidad en torno del yo, porque el cuerpo provee una definición obligada y conveniente de la identidad. La norma es: un cuerpo, una identidad. El universo virtual es diferente. La información es extensa y difusa; no hay ley de la conservación de la información. Uno puede tener tantas identidades digitales como tenga uno tiempo y energía para crearlas.
Algunos sistemas no tienen la posibilidad de rastrear el nombre en la vida real de un participante, mientras que otros se aseguran que el mensaje sea adscrito a su autor físico, y las culturas que están implicadas son significativamente diferentes. Las convenciones sociales también juegan un papel trascendente. En algunos ambientes, la gente envía sus mensajes con no solamente sus nombres completos, sino también con su lugar de empleo, cargo y número telefónico. En otros ambientes, las identidades virtuales no sólo son anónimas si no que también efímeras: los nombres son tomados temporalmente y las características pueden ser pequeñas, peculiares, efímeras, entre otros atributos.
No sólo el MUD tiene este efecto ya que actualmente en el Messenger, en los chats puedes ser quien quieras ser, nadie sabe tu verdadero yo por lo que puedes ocultarlo y tener “ otra personalidad” . También se puede destacar a Facebook, que se ha colocado como el rey de las redes y las comunidades virtuales masivas ha captado con suma rapidez las variables esenciales de estos contextos en acelerado movimiento. Facebook ha contribuido a modificar la presentación pública de la identidad de las personas y los rasgos discursivos.
En las comunidades virtuales es posible liberarse del anclaje corporal y experimentar facetas de la identidad que los mudos físicos no nos dejan experimentar. Deberíamos hablar, en este caso, más que de “identidades virtuales”, de “representaciones virtuales de la identidad” ya que no se trata, como hemos dicho, de vivir exclusivamente “dentro de la pantalla”, sino más bien, “en la pantalla”. En este sentido, no debemos contraponer realidad a virtualidad, pues las experiencias en los mundos virtuales no se han disgregado aún, ni deben hacerlo, de la experiencia cotidiana, sino que se insertan en la dinámica de la realidad conocida.
Como conclusión podemos decir que en la actualidad se están creando continuas personalidades en la red por lo que como futuros educadores y padres es muy importante decir a nuestros alumnos o hijos cómo deben utilizar los recursos que tienen a su disposición desde la escuela y sus propias casas.
Aitor Lirola Pizarro (3º Educación Primaria)
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