Existe una cierta dicotomía en esta entrañable relación: hay momentos en los que la escuela llama a los padres y estos no acuden; y otros momentos en los que los padres quieren establecer contacto con la propia institución, pero es esta la que ahora no encuentra un hueco para atenderles. Y esto nos movemos: en un constante tira y afloja por ambas partes donde ninguna se da cuenta de que existen retos que necesitan de su cooperación para ser superados.
La sociedad ha marcado algunos de los cambios que han tenido que ser aplicados en la escuela para adaptarse a la nueva realidad. Y, es que, de eso trata la escuela: de educar para afrontar situaciones nuevas, para la vida real. Sin embargo, hoy en día hay padres que asumen no saber cómo educar a sus hijos porque los métodos con los que les enseñaron ya no sirven para la actualidad. En eso estamos: en padres que no saben como educar a sus hijos; en hijos que van a una escuela que les enseña aquellas cosas que los padres no son capaces; y en una escuela que no tiene una relación bastante buena con los padres. Entonces, ¿qué hacemos?
Habla Torío (2004) que "la escuela sola y sin la colaboración de las familias obtendrá pobres resultados en comparación con los que pueden lograr si ambas instituciones actúan conjuntamente; la familia sola, sin actuar coordinadamente con la escuela también estará limitada en sus resultados, además de provocar contradicciones en los procesos formativos de los niños y adolescentes". Añade a esto una serie de demandas que se esperan de cada una de las partes involucradas para una correcta interacción entre ambas partes.
Según Torío (2004), la escuela demanda a la familia las siguientes cuestiones:
- Dedicar más tiempo a los hijos para que estos cuenten con un apoyo familiar que les aporte seguridad. Además, se plantea mayor participación de los padres en las escuelas.
- Preparación del alumno para su participación en el ambiente escolar. La socialización de la escuela debe estar basada en la socialización inicial que se ha producido en los primeros años de la infancia en el hogar.
- Crear un ambiente en casa que permita y facilite el estudio.
- Motivar a los hijos a aprender.
- Conocer los tiempos de ocio de sus hijos. Permite interactuar con ellos, un elemento esencial para los hijos que evita comportamientos como el aislamiento, frialdad o soledad.
- Enseñar a los niños normas de comportamiento. En la escuela se tienen que ir asumiendo responsabilidades y, como comenta Savater (1997), "si los padres no ayudan a los hijos con su autoridad amorosa a crecer y prepararse para ser adultos, serán las instituciones publicas las que se vean obligadas a imponerles el principio de realidad, no con afecto sino por la fuerza. Y de este modo sólo se logran envejecidos niños díscolo, no ciudadanos adultos libres".
- Atender a la orientación personal y educación sexual.
- Educar en valores. Es decir, definir qué valores son adecuados para la interacción en el colegio. En el entorno familiar es donde el alumno va a configurar su jerarquía de valores que pondrá en marcha en la escuela.
- Planificar el futuro profesional teniendo en cuenta las circunstancias que rodean a las personas.
DEMANDAS DE LA FAMILIA A LA ESCUELA
Volviendo a retomar las palabras de Torío (2004), la familia demanda a la escuela las siguientes propuestas:
- Una preparación de calidad para que los alumnos adquieran los conocimientos necesarios para desarrollarse y actuar de forma adecuada en una sociedad cambiante.
- Proporcionar referentes que permitan interpretar la realidad.
- Formación en valores en tanto que deben de crearse las condiciones que permitan a los alumnos trabajar y aproximarse a la diversidad de la sociedad. Además, la escuela es la primera experiencia con la autoridad impersonal.
- Utilización de medios tecnológicos para que puedan aprender a desenvolverse adecuadamente y diferenciar las informaciones veraces de las que no lo son.
- Atención a las diferencias individuales.
- Garantizar el clima educativo. La escuela debe luchar por el crecimiento de sus miembros. Para ello es necesario un clima que no se centre en la represión sino en la armonización.
- Conexión con el mundo laboral. La escuela debe potenciar aquellos valores para el desarrollo del alumnado fuera de ella.
Ya hemos visto lo que cada parte espera de la otra, pero ¿cómo interactúan en conjunto? Lo primero es tener en cuenta que ambos miembros son interdependientes de modo que debemos evitar que se solapen los aprendizajes de uno con los del otro. Si bien en España los contactos entre familia y escuela han aumentado, aún siguen siendo bajos. Los medios que utilizan estas familias para participar en el colegio son el diálogo directo con el docente y la participación en el Consejo Escolar. Esta última es mayor en colegios donde los padres creen útil la funcionalidad del Consejo. Sin embargo, esa participación en este organismo ha ido perdiendo interés con el paso del tiempo (Bolívar, 2006). Se necesitan innovaciones que impliquen a las familias en la escuela. Una de las soluciones que se proponen es el uso de las TIC para que los padres reciban información de los centros y puedan comunicarse de forma amplia y útil (Ballesta y Cerezo, 2011). Al final, la participación de los padres en los colegios suele ser delegada en un grupo minoritario de estos, en asociaciones.
Con la ayuda de las TIC parece que una parte del problema se ha resuelto, pero ¿qué hacer con aquellos familiares que no sepan utilizarlas? En este ejemplo, o en muchos otros, entra en juego el término Escuela de padres. Subrayando las palabra de Aguirre (2016), "las Escuelas de Padres son un Plan de formación de padres en los aspectos psicopedagógicos y ambientales". Es decir, son un tipo de clases donde se trabajaran una serie de contenidos, habilidades y actitudes a través del diálogo y desde la reflexión. Algunos de los beneficios son:
- Favorecer la relación entre los padres y el colegio.
- Medio para el desarrollo de la escuela.
- Permite el entendimiento entre familias.
- Ayudan al intercambio de opiniones sobre el centro educativo gracias a la participación.
CONCLUSIÓN
La relación familia-escuela es esencial para el correcto desarrollo del alumno tanto personal como educativamente, pues su educación depende tanto del centro como de los propios padres. Por esta razón, es necesario establecer métodos de comunicación que posibiliten este intercambio de información por ambas partes. Además, es de gran importancia que los padres accedan, siempre que lo deseen, a las Escuelas de Padres para proporcionar a los hijos una educación correcta tanto dentro como fuera del aula.
BIBLIOGRAFÍA
Ballesta, J., & Cerezo, M. C. (2011). Familia y escuela ante la incorporación de las tecnologías de la información y la comunicación. Educación XX1, 14(2), 133-156.
Bolívar, A. (2006). Familia y escuela: dos mundos llamados a trabajar en común. Revista de Educación(339), 119-146.
Torío, S. (2004). Familia, escuela y sociedad. Aula Abierta(83), 35-52.
Daniel Cordero García
2ºA Magisterio de Educación Primaria.