Los dibujos animados son las
series televisivas preferidas por los niños, además de ser un recurso fácil y
accesible prácticamente a toda la población infantil.
Pueden transmitir una serie
de valores culturales y educativos, junto con otros medios como son los
videojuegos, cómics, juegos por ordenador, etc, siempre que se haga un uso
adecuado y una buena selección de los mismos.
Diferentes investigaciones
han demostrado la importancia de la televisión como elemento socializador, ya
que socializa en cuanto que potencia el pensamiento anticipativo. Es importante
porque consigue que “se interioricen sus modelos no por su valor intrínseco
sino por el placer que producen” (Ferrés, 1997).
Los dibujos animados
representan otra alternativa de enseñanza-aprendizaje en la que los niños pueden
aprender conceptos, procedimientos, actitudes y normas, a través de sus héroes
favoritos, aunque es indispensable la función reguladora de los maestros y
padres.
Es necesario que la escuela
contribuya al desarrollo de un espíritu crítico en los niños, que estos
aprendan a analizar y discriminar lo que se está transmitiendo a través de esos
personajes y entornos tan atractivos que les atraen y les atrapan.
Y entre toda la información
que transmiten, un elemento importantísimo es el desarrollo de sentimientos.
Así, mientras el niño ve una serie de dibujos animados podremos observar que
sonreirá o se asustará dependiendo de las escenas que aparezcan, reforzándose
de esta manera sus sentimientos. Por ello, es imprescindible investigar sobre
los mismos con el objetivo de conocer los modelos de identificación que la
televisión les está ofreciendo.
Mickey Mouse cumple 85 años.
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