Vivimos en una sociedad profundamente marcada por la tecnología, donde internet ha dejado de ser una herramienta opcional para convertirse en una parte esencial de nuestras vidas. Como estudiante, he sido testigo directo de cómo el uso de la red ha transformado la manera en que aprendemos, nos comunicamos y accedemos al conocimiento.
Utilizo internet a diario para estudiar, acceder a recursos educativos, asistir a clases virtuales y colaborar con mis compañeros. Gracias a plataformas educativas, bibliotecas digitales y foros, puedo complementar mi formación con materiales actualizados, flexibles y adaptados a mis necesidades. Esta accesibilidad ha ampliado mis horizontes y me ha permitido desarrollar una mayor autonomía en mi aprendizaje.
Sin embargo, esta evolución no está exenta de desafíos. No todas las personas tienen acceso a una conexión estable ni dominan las herramientas digitales necesarias. La brecha digital por edad, nivel socioeconómico o formativo sigue siendo una barrera real. Además, internet presenta riesgos como la distracción constante, la sobreinformación o el uso superficial de los contenidos.
Creo firmemente que el papel de internet y las TIC en la educación es valioso, pero debe ir acompañado de una educación crítica y responsable. No basta con tener acceso a la tecnología: hay que aprender a usarla bien. La alfabetización digital debería ser una prioridad en todos los niveles educativos, no solo para estudiantes, sino también para docentes.
En definitiva, internet puede ser un poderoso puente educativo. Pero como todo puente, necesita buenos cimientos: formación, equidad y una reflexión constante sobre cómo lo utilizamos. La tecnología es una herramienta, no un sustituto del pensamiento crítico, la motivación o el contacto humano que también forman parte del aprendizaje.
Álvaro Cabañas Morales.
Magisterio Primaria. 2º Curso Clase A.
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