Uno de los principales problemas identificados en algunas revistas académicas es la ausencia de innovación. No basta enviar un manuscrito si éste no será difundido por alguna red social virtual. Más allá de ver el texto en un portal de una revista hace falta compartirlo con comunidades de profesores y estudiantes. Ahora bien, para lograr esto es necesario usar un lenguaje sencillo sin ataduras academicistas. De nada sirve publicar si nadie lee o comenta lo escrito.
El diálogo autor y lector es necesario, así sea a partir de un tweet o la entrada en Facebook. Los retuits y likes representan dos acciones que permiten ver cuánto interés ha captado el material publicado en la comunidad de seguidores (quienes están atentos a las novedades compartidas en forma periódica).
El deseo de ser leído parte de una premisa simple: escribir para el público de la revista y no para satisfacer egos académicos. Si bien, pareciera no ser complicada pudiera generar dificultades cuando se está acostumbrado a usar préstamos filosóficos en un campo del saber. No es lo mismo escribir sobre el cine y la educación, por ejemplo, desde experiencias en el aula a estudiar desde la narrativa fílmica de un largometraje elementos de filosofía de la educación. Ambos casos suelen ser de interés pero desde tratamientos diferentes.
Las revistas con doble formato (impreso y web) ofrecen importantes ventajas. En términos generacionales permite a grandes y chicos leer según el formato preferido. De seguro, dentro de un grupo de estudiantes algunos recurrirán a la tableta o un móvil por ser los dispositivos que posee. También los maestros podrán elegir según su preferencia. Pero, más allá de detenernos en las herramientas podríamos preguntarnos ¿qué impacto tendrá en los jóvenes y niños leer textos escritos por sus profesores y maestros? Y más aún ¿si los textos son escritos por niños y jóvenes cuál será el impacto en los padres y maestros? Estas opciones son posibles y debieran ser el norte que nos guíe como maestros.
Escribir pensando en las bondades de la web 2.0 ofrece una red de posibilidades. Negarlas es un acto de resistencia a los cambios ya existentes en publicaciones educativas periódicas. Si bien esto sucede y, es más común de lo que podemos imaginar, requiere de un trabajo permanente de experiencias positivas. Mientras más tengamos a la orden del día más estaremos estimulando a potenciales autores a abandonar trabas y a zambullirse en la ola de aprender a alcanzar el equilibrio entre escritura e innovación.
¿Cuándo comenzar? es una interrogante clave. Requiere de tiempo y práctica. Ambas sugerencias suelen ser las aliadas de todo escritor. Muy especialmente en revistas educativas encontramos una multitud de textos en espera de posibles descubrimientos y traducciones para enriquecer nuestro mundo y sobre todo el trabajo en las aulas.
En la medida que agotemos nuestros discursos a una publicación estática se le estaría restando la dinamicidad (propia de la vida en las redes sociales virtuales). De allí que el autor forma parte de una multiplicidad de roles (lector, evaluador y emisor). Y, desde esta trilogía, puede aprender o perfeccionar la interacción con otros de manera virtual y presencial (si forma parte de un debate a propósito de su escritura).
Publicación e innovación vistas como aliadas permiten el ejercicio de la escritura en nuevos contextos. Ofrece la necesidad de escribir de manera creativa cuando se le plantea desde nuevos escenarios de aprendizaje.
Claritza Arlenet Peña Zerpa
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