Seguramente todo el mundo haya oído hablar de las inteligencias artificiales, pues su uso se ha expandido en gran medida en un corto período de tiempo, ya que nos proporcionan información de manera prácticamente instantánea y en la mayoría de los casos gratuita. Su uso se ha vuelto muy popular en distintos ámbitos, como el entretenimiento, las actividades profesionales y el campo en el que estamos implicados todos los estudiantes de esta materia, el de la educación. Es innegable el hecho de que estas inteligencias y la educación han hecho lazos bastante pronto. Sin embargo, las posibilidades que estas ofrecen son tan amplias que resulta difícil establecer algunos usos concretos de estas en el aula, por ejemplo. Seguramente conoceremos el hecho de que muchos estudiantes, especialmente de etapas superiores ya se benefician de los servicios de estas inteligencias, ya sea para la búsqueda de información o para la realización directa de algunos trabajos por parte de estas.
Pero ¿Y los docentes? nosotros, futuros maestros seremos los que tendremos que enfrentarnos a estos cambios que, por lo que parece, no se detendrán y seguirán en una expansión acelerada, como se está produciendo en el momento.
Es un hecho que las inteligencias pueden acceder a una mucha mayor cantidad de información y en mucho menos tiempo que los docentes, por lo que no es una idea descabellada la presencia de estas en aulas de etapas más inferiores en un futuro no muy lejano. Si bien es verdad que el docente es el que conoce a sus alumnos y el cual puede adaptar el proceso de enseñanza-aprendizaje al ritmo de cada uno, las posibilidades de las IAs podrán llegar casi a esos niveles, pudiendo tomar datos de los alumnos y realizar planes de enseñanza-aprendizaje personalizados.
A la vez que posibilidades como estas evolucionan, otras nuevas surgirán y estas inteligencias cada vez se harán “más humanas”.
Desde aquí, invito a la reflexión sobre si estas inteligencias podrán realmente suplir o no las labores docentes o si las instituciones realizarán planes para regular su uso y poder sacar partido de las ventajas que nos ofrecen, minimizando riesgos.
Sergio Jiménez Jerónimo (Sergio.Jimenez21@alu.uclm.es), alumno de magisterio de educación primaria, segundo curso
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