Las tecnologías han pasado a formar parte de prácticamente todos los ámbitos de nuestra vida y día a día las tenemos presentes desde que nos levantamos hasta que volvemos a la cama.
¿Cuántas veces miramos el móvil a lo largo del día? ¿Hay algún día en el que no escuchemos la radio, veamos la televisión o consultemos algo en internet? Nuestra forma de vida está viéndose cada vez más condicionada por esta influencia digital. De alguna manera, por sentirnos incluidos en sociedad y por estar "al día", nos sentimos obligados a tener que adoptar hábitos y a utilizar recursos tecnológicos que, en muchas ocasiones, no sabemos utilizar.
Mi vida (e imagino que la de la mayoría de la gente hoy en día coincidirá con esto) depende en gran medida de las TIC. El despertador del móvil es el que me despierta cada mañana. Una vez me despierto, lo primero que hago es mirar el móvil y comprobar que no tengo mensajes de ningún amigo, compañero o familiar. Mientras desayuno, me gusta ver el informativo o leer las noticias en Internet antes de salir de casa. Una vez llego a la universidad, mis clases dependen por completo del ordenador (en él tomo mis apuntes, hago mis trabajos...). Y así podría continuar con un largo etcétera hasta la hora de volver a dormir, para empezar al día siguiente un nuevo círculo.
En el caso de las nuevas generaciones de niños y jóvenes, uno de los pilares fundamentales en este ámbito son las redes sociales. Este fenómeno es un arma de doble filo, que mal usada es tremendamente peligrosa. Cada vez es a edades más tempranas a las que los niños y niñas empiezan a chatear con sus amigos y a tener un perfil en redes sociales como Instagram o Twitter, mostrando en ellas su día a día, pensamientos, imágenes o reflexiones. ¿Pero quién enseña a los más pequeños a usar esas herramientas tecnológicas?
Los niños actualmente, desde que son bebés, ya tienen teléfonos en las manos (aunque sea para ver sus dibujos favoritos a la hora de comer). Están naciendo en una era digital en la que, de forma autodidacta e inconsciente, están aprendiendo a hacer uso de herramientas que pueden ser muy controvertidas. Nadie enseña a un niño o a una niña a manejar sus redes sociales correctamente. Es muy común oír que se les diga: "ten cuidado con lo que subes, que es peligroso". ¿Pero quién les enseña a identificar lo que es peligroso hacer y lo que no? ¿Quién les enseña a identificar si están siendo engañados, estafados o acosados? Esto acarrea problemas gravísimos y, en mi opinión, los docentes y las familias tienen un papel muy importante: enseñar a sus alumnos e hijos a hacer un uso correcto de las tecnologías, apreciando lo enriquecedor que es su uso, pero sin olvidar sus riesgos.
María García Valentín
2ºA Grado en Maestro de Educación Primaria
Correo electrónico: Maria.Garcia154@alu.uclm.es
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