Hei kaikille! Hoy es 5 de octubre. Parece una fecha normal y corriente. Un día más para quien se limita a pasar las páginas del calendario de manera cotidiana, sin sobresaltos, sin sorpresas... solo días, horas y minutos. Yo no soy de este grupo. Yo soy de las cursis que redondean cada día que pasa con un círculo, y cada uno de ellos con un color diferente. Debe ser que no me gusta lo cotidiano, ni lo corriente. Quizás por esa razón para mí este no es un día más.
El 5 de octubre es el día de los que se atreven a luchar por sus sueños, de los que entregan su vida por las 25 personitas que cada mañana entran por la puerta de su aula (digamos 25, pero esto puede variar mucho). Es el día de los que a lo largo de cuatro años escuchamos "pero si podrías estudiar algo mejor". Es el día de la vocación, del corazón, del amor por educar. Es el día de los niños que nos impulsan cada mañana a madrugar y llegar al cole con una sonrisa mayor que el primer día y con la misma o incluso más ilusión. Es el día de las personas que quieren cambiar el mundo desde las pequeñas cosas empezando por nosotros mismos. Es el día de los que no dejan de aprender y no dejan de ser niños. Es el día de los valientes, porque sí, yo creo que hay que estar completamente loco para ser docente, completamente loco de ilusión, ambición y amor.
Creo que no es una casualidad que exactamente hace dos meses, el día 5 de agosto, mi directora me dijese que tenía listo mi contrato y que me esperaba con los brazos abiertos.
Me siento una privilegiada por poder decir que soy docente y sí, soy del grupo de personas que se atrevieron a luchar por sus sueños, a poner la meta lejos (bueno, quizás no me refería exactamente a tantos kilómetros), y para sorpresa de muchos, siento deciros que no estudié magisterio porque fuese la carrera más "fácil" ni por las vacaciones de los docentes. Estudié magisterio porque siempre supe que esto es lo que me llena realmente, porque llevo la vocación en las venas y porque, para que vamos a engañarnos, es la mejor profesión del mundo.
No sería lo que soy si no tuviese una familia que me apoya y que me metió en vena el amor por la Educación desde que nací. Mis padres, docentes ambos (abarcando casi todos los campos entre los dos, Infantil, Secundaria y la Universidad, solo les falta Primaria, aunque eso lo arreglará en tan solo tres años la mediana de la familia) sin lugar a dudas son mis mejores ejemplos. No me olvido de mis tíos y tías, docentes todos ellos. Sí, lo sé, en esta familia somos un poco monótonos con el tema de las profesiones. De mis primos, porque sí, todos sabemos que acabarán estudiando Magisterio o algo relacionado con la Educación, y mis hermanas, futuras docentes en potencia. Tengo suerte de contar con su apoyo, sobretodo a tanta distancia. Saber que los tengo a todos ellos como referentes me facilita muchísimo el trabajo.
También echo mucho de menos a mi familia galveña, a mis toledanos. Que sepáis que de vosotros no me olvido. Y como no, a ti A. Sin ti esto no podría ser posible. Gracias por darme el empujón que necesitaba para lanzarme a esta aventura, y gracias por su amor y apoyo diario.
Al final hoy es un día de celebración. Hoy es un día para estar agradecidos por tener la suerte que tenemos de ser lo que somos.
El 5 de octubre es el día de los que se atreven a luchar por sus sueños, de los que entregan su vida por las 25 personitas que cada mañana entran por la puerta de su aula (digamos 25, pero esto puede variar mucho). Es el día de los que a lo largo de cuatro años escuchamos "pero si podrías estudiar algo mejor". Es el día de la vocación, del corazón, del amor por educar. Es el día de los niños que nos impulsan cada mañana a madrugar y llegar al cole con una sonrisa mayor que el primer día y con la misma o incluso más ilusión. Es el día de las personas que quieren cambiar el mundo desde las pequeñas cosas empezando por nosotros mismos. Es el día de los que no dejan de aprender y no dejan de ser niños. Es el día de los valientes, porque sí, yo creo que hay que estar completamente loco para ser docente, completamente loco de ilusión, ambición y amor.
Creo que no es una casualidad que exactamente hace dos meses, el día 5 de agosto, mi directora me dijese que tenía listo mi contrato y que me esperaba con los brazos abiertos.
Me siento una privilegiada por poder decir que soy docente y sí, soy del grupo de personas que se atrevieron a luchar por sus sueños, a poner la meta lejos (bueno, quizás no me refería exactamente a tantos kilómetros), y para sorpresa de muchos, siento deciros que no estudié magisterio porque fuese la carrera más "fácil" ni por las vacaciones de los docentes. Estudié magisterio porque siempre supe que esto es lo que me llena realmente, porque llevo la vocación en las venas y porque, para que vamos a engañarnos, es la mejor profesión del mundo.
No sería lo que soy si no tuviese una familia que me apoya y que me metió en vena el amor por la Educación desde que nací. Mis padres, docentes ambos (abarcando casi todos los campos entre los dos, Infantil, Secundaria y la Universidad, solo les falta Primaria, aunque eso lo arreglará en tan solo tres años la mediana de la familia) sin lugar a dudas son mis mejores ejemplos. No me olvido de mis tíos y tías, docentes todos ellos. Sí, lo sé, en esta familia somos un poco monótonos con el tema de las profesiones. De mis primos, porque sí, todos sabemos que acabarán estudiando Magisterio o algo relacionado con la Educación, y mis hermanas, futuras docentes en potencia. Tengo suerte de contar con su apoyo, sobretodo a tanta distancia. Saber que los tengo a todos ellos como referentes me facilita muchísimo el trabajo.
También echo mucho de menos a mi familia galveña, a mis toledanos. Que sepáis que de vosotros no me olvido. Y como no, a ti A. Sin ti esto no podría ser posible. Gracias por darme el empujón que necesitaba para lanzarme a esta aventura, y gracias por su amor y apoyo diario.
Al final hoy es un día de celebración. Hoy es un día para estar agradecidos por tener la suerte que tenemos de ser lo que somos.
Feliz día del docente a todos desde Finlandia
Clara Martín Cruz.
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