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lunes, 12 de noviembre de 2012

Tiempos de crisis. Llega la cooperación entre instituciones públicas y empresas privadas




La terrible crisis que asola nuestro entorno, y especialmente a la enseñanza, ha forzado a las universidades públicas españolas a abrir nuevas líneas de cooperación con la empresa privada. Las bibliotecas universitarias, reconvertidas al paradigma CRAI (centros de recursos para el aprendizaje y la investigación) con motivo de la adaptación al Espacio Europeo de Enseñanza Superior, y algunas facultades punteras, nos están demostrando -con el ingenio a que obliga la necesidad-, que existen maneras de tender puentes entre entre lo público y lo privado. Algo que en otros países, del ámbito angosajón, era habitual, pero que en el mundo latino no lo era tanto... Hasta el momento actual.

Hace un año, la universidad a la que pertenezco (la UCLM) firmó un convenio de colaboración con una importante multinacional del sector informático para dotar de nuevas infraestructuras tecnológicas a los centros universitarios y facilitar el libre acceso a la comunidad universitaria a software de la marca y a programas de formación, de los que pueden beneficiarse casi 30.000 alumnos y 2.500 profesores. Un modelo de convenio que la empresa ha ido firmando con otras instituciones académicas y de investigación del resto de España.

Uno de los beneficiarios ha sido el programa TICE (Tecnologías de la Información y la Comunicación aplicadas a la Enseñanza), una mención de especialidad que se imparte optativamente desde el curso 2011/12 en las dos titulaciones de grado de la Facultad de Educación de Toledo. El alumnado se formará en distintas competencias TICs ya sean instrumentales (metodología, lingüística, tecnológica o cognitiva) o en actitudes y conocimientos, usos didácticos de las TIC y docencia virtual.

Precisamente hace unos días, un profesor y amigo, coordinador de TICE en mi campus, me invitó a una presentación, por parte de un ponente de la empresa antes citada, del programa Learning Suite Toolkits, un conjunto de novedosas aplicaciones que crea un entorno colaborativo de aprendizaje dirigido a docentes y discentes. El acceso es libre a través de la web para enseñantes Partners in Learning Network, y, para todos, a través de Learning Suite.

No quiero citar marcas comerciales, pero indicaré que se puede acceder gratuitamente desde Learning Suite, a día de hoy, a seis programas relacionados con la creatividad, a seis herramientas colaborativas, a seis aplicaciones para el estudio y la investigación y a siete programas de uso para el personal docente e investigador. De igual modo se presentó el programa Partners in Learning de Escuelas Innovadoras para facilitar el acceso a la última tecnología a las instituciones educativas y centros de formación que se adhieran, el programa It Academy vinculado al proyecto Universidad Empresa, para facilitar al alumnado la adaptación ofimática al mercado laboral del S. XXI, y una herramienta de autoevaluación, la PIL Research.
Tal vez alguien se pregunte aún qué pinta un bibliotecario hablando sobre enseñanza. Llegados aquí recordaré que el EEES nos reconvierte en "CRAItecarios", si tal palabra existe. En resumen, en técnicos encargados no sólo de facilitar el acceso a los recursos de información, sino en colaborar en la docencia y en facilitar el aprendizaje y la investigación, ya sea conjuntamente con los centros o a título individual, impartiendo cursos, evaluables y reconocidos con créditos ECTS, válidos para la formación tanto de grado como de postgrado.

No todo el mundo está de acuerdo. Hay personas que se muestran disconformes de integrar empresas privadas en la enseñanza pública y creen que, en el caso de las TICs, la única posibilidad es encaminarse hacia el software libre.

Es cierto que el software libre es un ideal hacia el que deben dirigirse los pasos de un buen gestor, para evitar dependencias de una casa comercial concreta. Así ocurre en la planificación de los repositorios institucionales de la mayoría de las universidades españolas. Pero ello no es incompatible con buscar socios en proyectos determinados, si dichos socios facilitan a la institución el uso de recursos (humanos, docentes, tecnológicos, ofimáticos…) que de otro modo costarían mucho dinero o, simplemente, no se podría acceder a ellos. O no, al menos, en los momentos de recortes y disminución presupuestaria que estamos viviendo.

Si de dichos programas cooperativos y colaborativos entre lo público y lo privado se benefician no sólo los usuarios de nuestros centros documentales, sino también nosotros mismos -bibliotecarios y documentalistas- como formadores que somos (insisto en el papel docente del bibliotecario), de quienes se dirigen a nosotros, ¡bienvenidos sean dichos programas! Es mejor sumar recursos entre varios que encastillarse y negarse a ver las posibilidades que ofrece la cooperación. Algo que siempre he defendido en diferentes foros, pero que no siempre he conseguido hacer ver. Como decía en los años ochenta esa gran pedagoga llamada Lolo Rico: “Solo, no puedes. Con amigos, sí".

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